CAPITULO XXIX

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Tyler

Recargo mi cuerpo contra el saco de boxeo que cuelga del techo mientras intento recuperar el aire perdido.

Me enderezo ahora más calmado y me pongo en posición para continuar golpeando el saco.

Mis nudillos ya desde hace rato ardían.

No sabía cuánto llevaba metido aquí pero me hacia la idea de que ya habían pasado varias horas en las que solo me he estado dedicando a golpear el saco en un fallido intento por destensarme.

Tal parece que no estaba funcionando, de hecho, parecía tensarme aún más cada vez que recordaba lo que había hecho, lo que le he estado haciendo.

Ella en verdad que tiene razón, siempre le doy razones para pensar las peores cosas de mí. No me sorprendería que el día de mañana ya no me dirija la palabra.

Acentué más golpes, más ganchos, más patadas, etcétera.

Me detuve solo un momento para tomar mi botella de agua del suelo y darle un buen sorbo.

Visualice algo moverse por mi rabillo, y mire sobre mi hombro.

—Te ves muy sexy golpeando ese saco Tyler —menciona ¿Andy? ¿Mady? Da igual, los nombres de las chicas con quienes me enrollo se me olvidan después de una semana, ninguna es tan importante como para recordar su nombre. Todas excepto una.

—Esta sección del gimnasio es para los hombres.

—Técnicamente el área del boxeo es mixto —se muerde el labio de una manera coqueta cuando me analiza por completo.

En otros tiempos eso hincharía mi ego, pues no estoy nada mal. Y en su momento ella lo comprobó. Pero esas cosas no me importan ahora. Al menos que sean de otra persona.

Miro al cielo dándome cuenta que todo el tiempo estoy pensando en la princesa.

Necesito hablar con ella, pero no hoy, las cosas están tensas y necesita su tiempo para pensar. No quiero hostigarla.

Me sobresalto cuando siento la mano de... como se llame. ¿Cómo llego a mi lado?

—Te he extrañado Ty —me abstengo de poner los ojos en blanco. Siempre he odiado que me llamen de otra forma que no sea Tyler— Ya no me has vuelto a buscar.

—Conoces mi fama Mady. —cuando sus ojos se abren de par en par me doy cuenta de que cometí un error— ¿Ady?

—Es Abby —me aclara incrédula.

—Ah —bueno, eran similares mis opciones.

Cambio drásticamente su gesto y volvió a colocarse frente a mí.

La revise rápidamente con esa ropa de ejercicio tan ceñida, que resaltaban sus curvas. Pero no me resultaron tan interesantes como para observar su cuerpo por más tiempo.

Así que di un paso hacia atrás, al mismo tiempo que ella daba uno hacia adelante.

—¿Te apetece que pasemos un rato juntos? Para... ya sabes —me mira con unos ojos lascivoz que no me provoco nada. En ninguna parte.

—Lo siento. No repito con las chicas. Eso todos lo saben Abby.

Note un cierto orgullo en sus ojos al ver que la llame por su nombre, pobre. Si supiera que para mañana quizás ya ni lo recuerde, otra vez.

—Yo no creo que no repitas. Lo hiciste conmigo dos semanas seguidas, y con esa chica con la que a veces te miro.

Me tenso, mis manos haciéndose puños. Mierda.

El mejor amigo de mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora