CAPITULO XXX

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Tyler

—¿Listo para hablar con ella?

—No.

—Excelente —dice empujándome desde atrás para avanzar, claro que resulto en vano porque no me moví ni un solo centímetro.

—Jane —le hablo dándole la cara— Tú sabes que la cague y mucho, y si se lo digo no me lo va a perdonar. Eran una de sus condiciones.

—Típico de Clarisa. —dice rodando los ojos.

Me paso la mano por el pelo antes de mirar sobre mi hombro el instituto.

¿Cómo mierdas haría para hablar con ella? Si se enterara que yo..., nunca me lo perdonaría. Lo sé.

—¿Y por qué tengo que hablar yo primero con ella y no tú? —rebato— Ustedes también están peleadas.

—Nuestros problemas no son de tu incumbencia, Tyler. Además estamos así por tu culpa. —agrega.

—Yo no tuve la culpa del todo —le reclamo.

—Aun así. Yo después hablaré con ella, pero lo mejor es que la busques de una vez. La conozco y sé que paso toda la noche pensando en ti y en tu actitud, pobre... —menciona con preocupación— ¿Te imaginas lo que debe estar pensando ahora mismo?

—Jane eso no me ayuda.

—En ningún momento dije que te iba a ayudar. —me sonríe cínicamente antes de palmearme el hombro y caminar hacia el instituto.

Quise hacer lo mismo no obstante necesitaba repasar mentalmente lo que le diría, tendría que ser muy meticuloso con mis palabras. Por lo que decidí quedarme afuera hasta que la campana sonara y –para que negarlo- atrasar más mi encuentro con la princesa.

Soy malo con las palabras y esta vez no podía recurrir al papel y el lápiz, así que tendría que hacer mi mejor esfuerzo.

Por Dios. ¿Qué me sucede?

Está bien que la princesa no es como el resto, pero no es diferente al resto de las chicas...

A quien engaño, Clarisa no es como las otras que terminan por darme por igual, tanto que olvido su nombre cada vez que cambio de chica, pero la princesa tiene un lugar especial.

Me ajuste mi chaqueta antes de cambiar al semblante de siempre.

Camine por el césped con algunas miradas curiosas sobre mí, alguna que otra chica cuchicheando con sus amigas y otros murmurando. Eso no me desconcertó, pues sabía a qué se debía. Que idiota fui. Que idiota soy.

Abrí las puertas del instituto y todas las miradas se posaron en mí.

Estaba acostumbrado a que me miraran al caminar por los pasillos pero hoy las cosas se sentían distintas y no en el buen sentido.

Sabía que algo andaba mal.

No por las miradas chismosas, ni por los murmureos cuando pasaba por al lado de algún grupo: "¿Oíste lo que se anda diciendo?, ¿Crees que sea verdad?, Todos conocen su fama pero ¿llegar a eso?"

Sabía que algo andaba mal porque así lo sentía.

Y lo confirme cuando Clarisa no apareció en el primer receso.

Me reuní con Jane casi al final del tiempo, cuando, por más que la busque, no di con ella. Me dijo que tampoco apareció en las primeras clases, al parecer había solicitado un permiso para faltar a sus clases pero que llegaría para antes del segundo receso.

Eso me calmo un poco, aunque no por mucho.

La sensación de que algo iba mal solo incrementaba.

El mejor amigo de mi novioWhere stories live. Discover now