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Bajo la pesada capa de sueño, Ron sintió que algo le sacudía el cuerpo. Abrió los ojos con pereza, le dolían los parpados y tenía una sensación pastosa en la boca, quizá por no haber comido nada hacía más de veinte horas. Jason estaba mirándolo, inclinado sobre su cama.

—Ron, despierta —dijo.

—Ya, ¿qué pasa? —preguntó, frotándose el rostro con las manos.

—Son las diez y media de la noche, hablé con mi contacto, y accedió a una reunión a medianoche, en el parque Winston. Deberíamos ponernos en marcha si queremos llegar a tiempo.

­—De acuerdo.

Se estiró en la cama, desperezándose, y luego se incorporó. Rebuscó en sus bolsillos las llaves del coche, mientras caminaba, y cuando las encontró, asintió mirando a Jason. Salió rumbo al patio trasero, para sacar el coche a la calle, mientras Jason rodeaba el Steel Cat por delante para abrirle el portón lateral. Una vez fuera, Jason cerró todo y luego subió al lado del acompañante.

—Ve por la setenta y cinco, y luego toma la dieciséis hasta Soperton —dijo, una vez que cerró la puerta del acompañante.

Ron puso primera y aceleró, mientras bostezaba. Aún se sentía bastante adormilado, y agradecía aquella sensación. Al menos así no pensaba en su hermano, y en todo lo que se había jodido su vida.

—De acuerdo —dijo.

Jason lo miró un instante, de reojo. Luego dijo:

—Encontraron al dueño de la Reina de Picas muerto, en el bar, con un disparo en la cabeza. Tú no sabes nada de eso, ¿verdad?

—He sido yo, anoche.

Entonces lo volvió a mirar, sin comprender.

—¿Tú? Pero, ¿por qué?

—Necesitaba información sobre los Hell's Slayers. Alguien como él, con tantos contactos entre los grupos de moteros de la ciudad, debía saber algo.

—¿Y se resistió a darte la información que querías?

—No, no demasiado. A decir verdad, me lo dijo todo casi a la primera, luego que le disparé en un pie.

—Y entonces, ¿por qué lo mataste? —le preguntó Jason, sorprendido. Ron lo miró, apartando un instante los ojos de la calle.

—Demonios, ¿qué se yo? Me cegué hombre, esa es la realidad, no voy a mentirte. Solo quiero matar a los infelices que mataron a mi hermano, y luego largarme de aquí —dijo.

—¿Te vas a ir?

—¿Qué voy a hacer aquí, sin Jeff? —preguntó Ron, encogiéndose de hombros sin soltar el volante. —Quizá continúe con mi carrera, sea un buen policía, y olvide que todo esto ocurrió alguna vez. Demonios, aún ni siquiera sé como voy a decirle a Suzie...

—Vaya... —murmuró Jason. —Bueno, no te voy a decir que no me lo esperaba. Me hubiera asombrado más que te quedaras con nosotros, pero sé que al final este no es tu lugar. Solo estabas aquí por tu hermano.

—No me iré sin antes hacer esto.

—Es arriesgado, nunca antes alguien había acabado con un grupo entero de motociclistas. Pero si lo logras, quiero que sepas que vas a ganarte el respeto de los Rippers. De todos nosotros, Ron.

—Gracias —asintió.

Continuaron el viaje en silencio unos diez minutos más. Jason parecía pensativo, o quizá solamente estaba permitiendo que Ron ordenara sus emociones. Sin embargo, volvió a continuar con la charla.

Honor y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora