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Aquella no había sido una buena noche de sueño para Ron, por el contrario, había sido una de las peores que podría recordar en su vida.

Había tenido muchas pesadillas, se pasó dando vueltas en la cama, despertándose a cada rato, y no había dormido más de dos horas seguidas. Su mente inquieta oscilaba entre lo que iba a suceder en las próximas horas, en el estado en que se encontraría Annie donde quiera que estuviese, y en que toda la culpa de lo que estaba sucediendo era de él, única y exclusivamente de él. No debía haber permitido que ella se quedara, pensaba una y otra vez. Tenía que haberle obligado de alguna forma a volver, a que se olvidara de todo esto y siguiera con su vida, aunque no quisiera. Si lo hubiera hecho, ahora ella estaría en su acogedora casa, seguramente viendo una película o escuchando su típica música clásica, fuera de todo peligro.

Cuando logró conciliar el sueño durante algunas cuantas horas de corrido, durmió como plomo. No fue hasta casi las diez de la mañana en que sintió, de forma lejana, que alguien lo sacudía con lentitud. Abrió los ojos, y se dio cuenta que a su lado estaba Jason.

—¿Qué hora es? ¿Hay alguna noticia? —preguntó, rebuscando bajo la almohada. Había dormido con el teléfono de Perkins bajo ella, por si Hanson decidía llamar para hostigarlo a mitad de la noche. Miró la pantalla, no había nada, a excepción de que se estaba quedando sin batería.

—Nada, Ronnie. Pero debemos ponernos en marcha, ya marqué en mis mapas la ubicación que nos dio Bobby el Cuervo, no podemos perder tiempo.

—Déjame tomar algo, anoche he dormido como el culo.

Ron se levantó de la cama, ni siquiera se había quitado la ropa para dormir en caso de tener que salir pitando de allí, y se dirigió a la cocina. Puso a calentar agua en la jarra térmica, y luego metió dos cucharadas de café en polvo en una taza rosa. No pudo evitar mirarla con cierta melancolía, leer la frase de "¡Sorpresa! Ha comenzado un nuevo día 😊" que tenía escrita con letras de caricaturas. La envolvió entre sus manos y la acarició con los pulgares, recordando que esa taza era de Annie, cuando entonces se percató de que Jason estaba de pie en el umbral de la puerta.

—He conseguido el blindado —le dijo—. Me lo trajeron anoche, mientras dormías.

—No creí que pudieras hacerlo tan pronto.

—Bueno, ya sabes. Cuando se está tantos años en este negocio, uno siempre termina conociendo gente que te debe algún favor que otro —Jason lo miró, como si lo estuviera analizando de alguna manera—. ¿Tenemos un plan?

Ron negó lentamente con la cabeza, mientras volcaba el agua caliente en la taza. Revolvió con una cucharilla, dio un sorbo a su café, y luego respondió.

—Ninguno, salvo el hecho de que no quiero dejar a nadie con vida, y que conseguir la ubicación de Hanson es vital —hizo una pausa—. Escucha, hombre, sé que debería decírselo a todo el grupo, pero prefiero decírtelo a ti. Eres quien siempre me ha acompañado, quien me acogió de nuevo en el grupo cuando todo estuvo mal, quien ahora marcha a una guerra conmigo.

—¿Qué sucede?

—Es el fin de la línea, hermano. Luego de esto, se acabó. Alguien va a morir, o él, o yo. Pero se acabó. Y no quiero que se acabe sin antes darte las gracias por todo lo que has hecho, por tus consejos y tu compañía. He peleado con mi hermano mucho tiempo creyendo que se vinculaba con delincuentes y asesinos de poca monta, y al final de todas las cosas, la vida me demuestra que ustedes son mejores que quienes yo creía eran personas de ley.

—Sabes bien que no hay nada que agradecer —Jason se encogió de hombros, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta—. Se lo dije a Rod cuando vi a tu hermano por primera vez, había algo en ese chico que me hacía confiar en él. Luego te conocí a ti, vi tu determinación al venir a buscarlo aún sin saber con lo que ibas a encontrarte de frente, como abandonaste todo lo que tenías a cambio de quedarte junto a él. Eso no lo hace cualquiera, y me bastó para saber quien eras. Me alegra saber que no me equivoqué.

Honor y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora