"¿Dónde estás, Summer?"

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Narra Connor

Summer salía en todas partes, había miles de fotos de ella y nadie sabía nada, no podía dejar de pensar en ella, más de lo que antes hacía. Jeena, issi y mis amigos estaban muy preocupados pero no decían ni una sola palabra delante de Natalie. No dejaba de dar vueltas con el coche en busca de ella, ¿dónde estaba? A veces me imaginaba lo peor pero negaba con la cabeza intentando borrar esos pensamientos.

-Connor, te he preparado algo de comer.

-No tengo hambre.

-Llevas días sin comer, ella estará bien.-Dijo Rose acariciando mi espalda.

-Dime que no le han hecho nada, porque ya no sé que pensar.-Dije mientras una lágirma resbalaba por mi mejilla.

-Yo... ojalá lo supiera.

-Connor, cariño, sé que estás nervioso por nuestra boda pero si sigues así no te servirá el traje. Rose ve a limpiar.

-Natalie, háblale bien.-Dije ya cansado por su comportamiento.

-¿Pero se puede saber qué te pasa?

-Nada, voy a dar una vuelta para relajarme.-Dije cogiendo las llaves del coche por quinta vez en el día.

La buscaba por las calles céntricas de la ciudad, por las de las afueras, incluso fui hasta nuestra pequeña isla, pero nada. Nadie la había visto, nadie sabía de ella. 


La madre salió una vez en las noticias y estaba fatal, se notaba que no descansaba mucho y cuando habló para los medios tuvo que terminar el discurso Jason porque ella no había sido capaz. Sabía que debía ser duro para ellos, hasta lo era para mí.

Nicky me mantenía informado cuando la policía descubría algo, solo me habló dos veces, en dos días era la puñetera boda y ella desaparecida, parecía que me casaría con ella al pensar así.

Narra Summer

Sábado.

Estaba agotada, no aguantaba más con aquel loco, siempre que llegaba me pegaba y a veces no me traía comida. Me moría de sed porque el calor atravesaba las finas paredes de la habitación y solo tenía una pequeña bombilla para poder darle luz a aquel horroroso lugar.

Ya no tenía fuerzas ni para pedir ayuda, de todos modos nadie me escucharía, por un momento había perdido la esperanza de salir con vida de aquel lugar pero me negué rotundamente a tener esos pensamientos.

Según mis cálculos quedaban unas horas para la dichosa boda, miles de preguntas rondaban por mi mente pero solo una me preocupaba al máximo: ¿De verdad nadie se había preocupado de mi desaparición?

 Daichi no dejaba de repetírmelo y llegó un momento en el que me lo llegué a creer. Echaba de menos mis pequeñas discusiones con mis padres, echaba de menos hablar con mis amigos, echaba de menos a las chicas e incluso echaba de menos a Mark, si aquella tarde supiera lo que iba a ocurrir le pediría una mil veces que me dejara en casa; pero sobre todo, al igual que hacía unas semanas, echaba de menos a Connor.

-¿Cuándo me sacarás de aquí?-Le pregunté llorando cuando entró por la puerta.

-Me parece divertido verte todos los días y la verdad es que podríamos empezar a divertirnos un poco.-Dijo besándome el cuello y le mordí con todas mis fuerzas una oreja provocando que sangrara.-¿Qué mierda haces?

-¡Suéltame ya!-Grité furiosa.

La cuerda de las muñecas empezaba a hacerme demasiado daño, tenía tanto dolor entre el ojo y las muñecas que a penas sentía, y como no, otro puñetazo cayó sobre mí.


¡Hola florecillas! ¿Cómo estáis? Nuevo capítulo... cada vez estamos más cerca del final y me gustaría saber lo que opináis de la historia. No olvidéis votar y comentar, ¡gracias!

Un abrazo, Ris. 🌷

Sr. BrownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora