El Dios de las Mentiras

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Cabaña en el bosque, una hora antes del ataque.

Los siete exalumnos observaban todo bastante confundidos, —Bienvenidos— captaba su atención el sujeto encapuchado, a su lado Walter se veía un poco temeroso.  —¿Quién carajos eres?— preguntaba Santara  poniéndose a la defensiva.

 —Mi nombre por el momento no es importante— lentamente se acercaba a ellos el encapuchado, —Lo que nos importa a todos es cumplir nuestros objetivos, y por lo que sé, cada uno de ustedes tiene un asunto pendiente—.

—Lo que les propongo es simple, ayuden a mi amigo a conseguir el mando de Night Raven College, a cambio les ayudaré a conseguir aquello que no lograron en vida— frente a cada chico una imagen hecha de tinta apareció.

Para Santara y  Heishan la oportunidad de vengarse, a Benoni y Jareth la conquista de un reino, a Jógvan limpiar su nombre y para Dovydas recuperar su amor perdido. El exlíder de Ignihyde vio su deseo, aunque era algo que quería, no era realmente lo que su corazón buscaba.

 —Esto es demasiado bueno— con su mano Luke Laufey esfumaba la mancha frente a él, —¿En verdad piensan que somos tan tontos para no ver que hay letras pequeñas en ese trato?—. El resto de los chicos también empezaron a refutarle y a buscar como salir de aquella cabaña.

—Todos tuyos, director— con esa sarcástica frase el encapuchado desaparecía, dejando a Walter lidiar solo con aquellos molestos ex estudiantes. —Silencio— decía desesperado el hombre alzando su báculo, con su nueva magia hizo que los objetos que habían servido para invocar a los chicos brillaran con una luz verde.

Un intenso dolor hizo que los siete terminaran en el piso, desde ahí con notorio enojo volvieron a mirar a Walter. —Los niños indisciplinados solo obedecen por la fuerza al parecer— decía el ex profesor, ahora con la seguridad que su nueva  magia le daba.

Desde el suelo Luke vio el báculo de Walter, —Disfrútalo mientras puedas anciano— decía en voz baja mientras Walter les explicaba su plan para hacerse con la escuela.

...

Sala de los espejos, una de la mañana.

Los hermanos Shroud estaban frente al espejo que llevaba a su dormitorio, mientras uno hacia esquemas mentales y pronosticaba posibles situaciones a las que se podrían enfrentar el otro lamentaba su suerte, ¿por qué tuvo que ser líder de dormitorio? ¿Era esto alguna venganza cósmica por  destruir el dormitorio de Onboro algunos meses atrás?

—Niisan, ¿estás bien?— Ortho le sacaba de sus pensamientos el cíborg sabía que esta situación era difícil para su hermano, él en verdad prefería evitar conflictos y más después de lo que paso hace unos meses.

Ortho tuvo una idea, de la mochila de su hermano saco el peluche del caballero de la calabaza. —Idia Shroud, ¿vendrás conmigo en esta cruzada?— el androide hizo su voz un poco más gruesa y manipulaba al peluche como si este fuera el que hablara.

Idia se relajó, a veces olvidaba lo persuasivo que ese pequeño podía ser con él. —Claro valiente caballero, vallamos juntos a la batalla— respondía el mayor. Dieron un último chequeo al sistema de Ortho y cuando estuvieron seguros atravesaron el espejo.

Al llegar solo vieron la entrada del dormitorio destruida, del monstruo que enfrentaron no había rastro alguno. Ortho uso sus censores, pero no detecto rastro de vida en el dormitorio. Ambos hermanos entonces ingresaron al edificio.

Los pasillos estaban vacíos, Ortho se conectó al sistema de seguridad y noto que en el longe del dormitorio había una inusual corriente de magia, por lo que ambos hermanos fueron a investigar. Al llegar el lugar estaba casi oscuro, solo las pantallas sin señal iluminaban el lugar.

Los otros siete (Dark Route)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora