El gánster del océano pt.2

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Algún punto del mar cerca de la isla de los sabios.
Cuatro de la mañana.

Por más que Azul nadara no llegaba a la superficie, era como si una fuerza invisible le impidiera escapar de aquel lugar. A unos metros de él la nereida veía sus intentos por salir del mar.

—Avísame cuando te rindas— le decía cruzada de brazos. El chico dejo de nadar, aunque no quería admitirlo estaba cansado, volteo a ver a la mujer, no tenía más opción que confiar en ella, —Te escucho— dijo molesto.

—Necesitó salir de este sitio para encontrar a alguien, a cambio de tu ayuda te cederé mi tridente y el poder que reside en él— exponía la nereida, Azul miro el objeto, los tridentes eran artefactos tan poderosos y difíciles de obtener; sin embargo, no cualquiera podía tener uno.

—Mire... señorita, aunque su oferta es muy tentadora no sé cómo podría ayudarla, usted fue quien me trajo aquí en primer lugar así que...— decía Azul comenzando a alejarse; sin embargo, la nereida lo retuvo por el brazo.

—¡Por favor, estoy desesperada!, llevó meses sin saber nada de él, y de las pocas cosas que me dijo antes de separarnos fue que tú podías conseguir lo que sea...— con urgencia rogaba la mujer, de no ser por el entorno podría haber visto lágrimas en sus ojos.

Azul se dio una bofetada mental, ¿cómo no había identificado de quien se trataba?, —¿Keralia?— aunque sabía la respuesta necesitaba confirmarlo, la nereida solo asintió. El peliblanco suspiro, necesitaba sacarlos a los dos de ese lugar inmediatamente antes de que Dovydas cometiera una locura.

Al haber podido entrar, pero no salir Azul supuso que a aquella dimensión solo podía ser abierta desde el otro lado, por lo tanto, necesitaba la ayuda de alguien externo. —¿Me ayudarías a mandar un mensaje?— pidió el chico amablemente.

...

Bosque cerca de la guarida de Walter, Cuatro y quince de la mañana.

Alejado de sus compañeros Dovydas veía el mar desde un acantilado, el mar siempre le traía paz, contrario a la sirena de la leyenda él era un humano fascinado por el mar, creía que sus sueños se cumplirían hasta aquella desgracia que lo obligo a separarse de su amada. 

Saco su brújula, a pesar de estar ahora contaminada con la magia de Walter seguía atesorándola, era una reliquia familiar de un antepasado que se pensaba había sido un pirata que enfrento innumerables peligros y vivió miles de aventuras.

Pero más allá de las historias lo que le gustaba era su "particularidad", que era guiarte a aquello que más amas en el mundo. La abrió y vio la aguja girar sin detenerse, ni siquiera ella parecía poder guiarlo a su querida nereida. 

—No recuerdo haberle permitido alejarse joven Krake—le reprendía Walter caminando hacia él, Dovydas rodó los ojos y guardo su brújula, —Necesitaba aire fresco— a pesar de decirlo sonriendo alzo su garra amenazante, Walter trago saliva sin dejarse amedrentar.

—Todo está casi listo, prepárate para el ataque— ordenaba él ex-profesor a su alumno, Dovydas miro su báculo y luego al océano, —Profesor, ¿ya creo a mi ejército?— pregunto con una sonrisa macabra, Walter solo lo miro interrogativo, —Es que... tengo una idea mejor— decía mirando las aguas oscuras.

...

Mientras tanto en Octavinelle.

Los Gemelos estaban en el cuarto VIP del Mostro Lounge, el cual como el resto del dormitorio ahora estaba inundado, habían ido por las pociones guardadas en aquel lugar, a pesar de no ser muy notorio a los dos les dolía estar en aquel cuarto.

Los otros siete (Dark Route)Where stories live. Discover now