Una continuación que parte del Capítulo 115 del Anime Candy Candy

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CAPRICHOSO ES EL DESTINO

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CAPRICHOSO ES EL DESTINO

by

Lady Graham

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¿Cuántos crudos inviernos habían pasado ya? ¿dos? ¿tres? ¿cinco? Alguien seriamente se había propuesto a no contarlos más y a vivir la vida sin detenerse a mirar atrás.

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Prólogo

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Aprovechando el apoyo incondicional del Tío Abuelo, Candice White, —después de aquella reunión amigo-familiar—, se quedó en el Hogar de Pony para consagrar todo su tiempo a sus madres y a los chiquillos huérfanos que cada vez eran más debido a los tiempos de guerra.

Ayudada no sólo por Albert, la rubia, —ya convertida en una muy linda, pero igual de sencilla mujer—, contaba con el soporte de sus amigos y hermanos. Y precisamente, ella regresaba del rancho Cartwright con bastantes provisiones, cuando...

— ¡Espera! — ella dio la orden. Segundos después, la carreta en que viajaba se detuvo completamente.

— ¿De qué se trata? — cuestionó el conductor siguiendo la mirada de la rubia, la cual aseveraba:

— Me pareció haber escuchado el llanto de un bebé.

— ¿Un bebé?

— ¡Sí, por allá! — dijo Candy, y señaló la poniente dirección.

Con su clásica agilidad, la joven descendió de su transporte seguida de su acompañante.

Éste se armó por si algún animal del bosque hacía su aparición; aunque lo más seguro era lo primero dicho, ya que en los últimos años, los pequeños habían sido encontrados de igual manera: abandonados en el campo.

Muy segura de sí, Candy siguió el llanto. Recorridos algunos metros se detuvo justo enfrente de unos arbustos, los cuales, ella removió, encontrando ahí un diminuto bulto.

Jimmy, guapísimo y valiente adolescente, había seguido otra dirección; y cuando Candy lo escuchó cortar cartucho, fue hasta él para preguntarle:

— ¿Está muerto?

Ella, con la criatura en los brazos, se inclinó para revisar los signos vitales del que yacía tirado en el renaciente césped, y así misma afirmarse:

— Sí. Lo está.

— ¿Quién será? — cuestionó el joven conforme miraba a sus alrededores y colocaba su escopeta en el hombro.

— Yo tampoco le había visto por estos lugares, además... —, Candy revisaba el cuerpo inerte, — no trae ninguna identificación, sólo este sobre con...

Los verdes ojos de la rubia expresaron sorpresa al ver la fuerte cantidad de dinero.

— ¡Vaya! ¡Sí que es bastante!

— Y con o sin su permiso, tomaremos lo suficiente para darle al menos... un decente funeral.

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