Capítulo Final parte B

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El ocaso que se admiraba desde el padre árbol, era un paisaje que pintores morirían por captar.

Sus ojos que se deleitaban con cada tarde, contaban las diferentes bellezas que regala el creador de todo.

Y estaba concentrada en como el viento desintegraba una nube en el cielo para darle otra forma cuando...

— ¿Qué sigue de la "P"?

— La...

Candy había sido sacada de su letargo por Santiago, quien, en compañía de su clase, la miraban en espera de su respuesta.

— ¿No sabes? — cuestionó con inocencia una vocecita; y ella...

— Claro, sólo que...

La rubia enfocó su verde mirada en el libro del abecedario; sin embargo...

— ¡Miren! — otro pequeñín se levantó apuntando: — ¡Tenemos visitas!

— ¡Es papá! — Derek lo reconoció.

Pero antes de emprender la carrera que sus piernitas le exigían, esperó por la autorización.

— Puedes ir — dijo Candy quien con los demás, lo vieron partir velozmente.

Debido a que el chiquillo verdaderamente estaba feliz de contar con una familia, otro huerfanito preguntaba:

— ¿No iremos a saludar, mamá Candy?

La amargura en ésta la hizo decir:

— Todavía no termina la clase.

— Pero...

Desde sus lugares, todos observaron en el instante que Derek era levantado y lanzado por los aires, y Eleanor y Terry eran atendidos por la señorita Pony y Hermana María quienes, después de saludarles, los invitaron a pasar.

Enviando a Derek de regreso con Candy, madre e hijo fueron conducidos hasta la sencilla oficina de las encargadas, donde al ofrecérseles asiento, antes de entregar al niño, a Terry investigarían:

— Por medio de los periódicos nos enteramos de tremendas cosas referentes a usted.

— No lo dudo, señoritas.

— Pero yo —, tomó la palabra Eleanor: — su madre, puedo decirles que todo ha sido mentira.

— ¿También de que la señora Susana Granchester, perdiera a su hijo por culpa de usted?

Frente a eso, Terry sonrió, consiguiendo confundir a las religiosas quienes primero se miraron entre ellas y luego una quiso enterarse:

— ¿Por qué se ríe si se puede saber?

— Porque desde hacía mucho tiempo, no leo las notas amarillistas, y por lo tanto, he estado ignorante de lo que de mí decían. Sin embargo, contestaré. Es cierto que hubo un niño de por medio, el cual sería adoptado debido a que... mi esposa estuvo incapacitada a concebir uno. Así que, "para unirnos más", se le ocurrió la brillante idea de tomar en custodia a un pequeño, pero durante el proceso... murió afortunadamente.

— ¡¿Cómo dijo?!

— Quiso decir desafortunadamente.

— ¡Madre, por favor! — se le hubo pedido a Eleanor, y a la — Señorita Pony, después de todo lo que hayan leído, no sé en qué concepto me tengan. Lo que les aseguro es que quiero a mi hijo y por nada del mundo, yo su padre, lo lastimaría.

— Le creemos — dijo una religiosa y la otra asintió. — Sólo queríamos oírlo personalmente de usted. Además, el niño mismo ha comentado el cariño que en poco tiempo le ha profesado. Así que, le suplicamos perdone nuestra irreverencia, pero debe comprender que nuestra posición requiere de reglas que debemos seguir con lo que respecta a los pequeños.

— No se preocupe. Las entiendo muy bien.

— Lo malo de nuestro trabajo y muchos no comprenden, es que nos encariñamos pronto con ellos y verlos partir, duele. Con Derek serán dos niños que nos dejan en esta semana. Días atrás Candy encontró a un pequeño de color. También sus padres pronto vendrán por él. Lo habían secuestrado confederados rebeldes, que a pesar de que ya tenemos más de cincuenta años de firmada la emancipación, tomaron al hijo de un importante hombre y... en fin, lo bueno es que nos enviaron el reporte y pudimos notificar que lo tenemos con nosotros.

Eso lo había proporcionado la hermana María, tomando su turno la señorita Pony para decir:

— Como nuestro Hogar ha pasado a formar parte del programa federal, le vamos a pedir que nos firme esta acta para simple control interno.

— Por supuesto —, Terry llevó a cabo la petición; y devolviendo la pluma solicitaba: — ¿Puedo llevármelo ya si no hay otro asunto más que tratar?

— Claro — contestó la señorita Pony; en cambio, la hermana María:

— Su maleta ya está lista. Voy por ella y después lo llamaré.

— Hermana —, el castaño se puso de pie para indicarle: — no será necesario llevar sus ropas.

— Lo sabemos. Son sus libros que ha querido llevárselos con él.

Terry asintió con la cabeza y la religiosa salió. Madre e hijo lo harían también, después de agradecer y entregar a la señorita Pony una fuerte donación: acto que conmovió el corazón de la encargada que les deseó mucha suerte.

CAPRICHOSO ES EL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora