Capítulo 9 parte B

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Tres horas tenían ya esperando; y de haber pasado otro minuto más, en el piso hubieran encontrado un hoyo de tanto ir y venir por el mismo lugar.

De cierto modo, a Terry le inquietaba estar ahí. Años atrás en esa misma recepción había llegado a preguntar por Candy, aquella vez que se presentó con su compañía en Chicago. Ahora era otra la causa de su visita, y ni aún así dejaba de sentirse nervioso, primero porque gentes ya le habían reconocido y otra...

¡¿Qué estará haciendo la enfermera que no aparece?! — preguntó molesto a su madre; y ésta, leyendo un libro, contestó de lo más serena.

Llevaron a analizar tu sangre.

¡¿Adónde?! ¡¿Hasta la China?!

Tras el libro, Eleanor, y ocultando sus risas, respondió.

No exageres, Terry. Y aprende a ser paciente.

¡No puedo, Eleanor; y será mejor que te espere afuera o de lo contrario...!

En el momento que el actor abrió la puerta apareció la sonriente enfermera.

¡Vaya! Creí que se había olvidado de nosotros.

Imposible, señor Granchester —, se había mostrado una mirada coqueta; una que el actor optó por ignorar al preguntar:

¿Y bien? ¿es mi sangre la que necesitan?

Efectivamente. Así que, hágame el favor de seguirme. Lo llevaré adonde está el paciente y sus familiares.

Señorita... —, ella se acercó tal cual Terry lo pidió; — quisiera que nadie más me viera.

No se preocupe — la enfermera, extasiándose de su varonil fragancia, le informó; — la mayor parte del tiempo es una señorita quien cuida de él.

Menos mal — dijo el castaño. — ¿Vienes conmigo, madre?

Esperaré un momento por el doctor.

¿Y eso, para qué?

Para hacerle una consulta. Este libro habla de la cirugía reconstructiva; y creo que mis líneas de expresión —, la diva se las tocó, — ya pronto necesitarán ayuda.

Riéndose de su todavía joven y hermosa madre, el actor se marchó; y avanzaba detrás de la enfermera cuando le pareció ver la figura de alguien conocido.

La prisa en los pasos de aquel lo puso también nervioso, así como el transitar por el mismo corredor.

Pero la enfermera que le guiaba, contribuyó otro poco a su tensión al detenerse para dar órdenes a una compañera.

Sintiéndose observado por una de ellas, Terry retomó poco a poco su andar llegando así al final del pasillo para ver por el inicio de otro, el momento que Archivald Cornwell dejaba la habitación.

Es el primo de la señorita — proporcionó la enfermera como si le hubiera preguntado él quien contestó como si tampoco supiera:

Ajá —. Más, al llegar a su destino, Terry pidió. — ¡Espere!

¿Está bien? — la acompañante quiso saber.

Sí, sólo... — el actor retrocedió unos pasos pidiendo: — deme unos instantes.

Sin comprender la actitud, la joven así lo hizo. Y cuando lo vio con ánimos, la puerta ya se abría.

El estetoscopio no fue requerido, porque así como estaban, podían escucharse los fuertes latidos de su corazón.

CAPRICHOSO ES EL DESTINOWhere stories live. Discover now