Capítulo Final parte C

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De nuevo afuera, la maestra y alumnos vieron salir a las visitas; y porque la clase había terminado, todos corrieron hacia ellos, quedándose Candy recargada sobre el tronco del padre árbol.

Mirando a los chiquillos rodear a los actores que entregarían sus regalos, lágrimas corrían por sus ojos verdes, y aunque ya sus madres se lo habían advertido, a Candy le dolía separarse de Derek, quien, al no verla cerca, le pidió a su padre ir a ella para despedirse.

El chico, no sabiendo que su padre odiaba las separaciones y más si se trataban de ella, lo tomó de la mano, y a jalones le condujo hasta donde Candy.

Ésta al oír a sus espaldas su nombre, se limpió rápidamente las lágrimas, y poniendo una sonrisa en su rostro, se giró para mirarles.

— ¿Estás llorando? — preguntó Derek; y debido a que se entristeció su carita, ella contestaba:

— ¡No! ¡Claro que no! ¡Estoy feliz de que...! Ven.

Ella se hincó y le extendió los brazos; y en lo que lo aferraba fuertemente, le decía:

— No te olvides de escribirme.

El niño al escucharle comenzó a llorar; y al oído le pediría:

— Ven con nosotros.

— Yo...

Candy lo separó; le limpió las lágrimas y luego lo besó.

Terruce permaneció idéntico a una estatua. Él mismo, que oyó al muchachito, también le hubiese pedido que viniera con ellos, pero:

— Gracias por todo, Candy.

Ésta ayudada por Derek, se puso de pie; y sosteniendo al pequeño de la mano respondía:

— No tienes por qué agradecer. Caprichoso fue el destino al traer al niño conmigo, y yo... sólo hice lo que debía hacer.

— Sí, el destino que juega con los hilos de nosotros, sus marionetas. ¿No te has puesto a pensar... por qué? ¿por qué tú? ¿por qué no otros?

— ¿Para qué?

— ¡Qué pesimista te has vuelto, pecosa! ¿Pero sabes? Yo menos que nadie tengo derecho a reprocharte nada.

Estirando su mano hacia ella, él sinceramente diría:

— Me dio mucho gusto volver a verte.

Vacilante y temerosa, Candy fue entregando su mano; y cuando las dos se unieron, él la apretó un poco y se inclinó otro tanto para besar el blanco dorso.

Consiguientemente, él la subió a su frente y así finalmente pedía:

— Ven conmigo. Ven con nosotros. Date y dame la oportunidad que en un pasado se nos negó.

— ¡Sí, mamá Candy! —, Derek se unió a la petición. — ¡Danos la oportunidad de formar una familia los tres!

— Pero...

Candy todavía lo dudó; y Terry la soltó para indagar:

— Di que no me amas y yo no insistiré más.

La rubia, al ser liberada, se sintió desamparada y nerviosa; en cambio, él insistía:

— Dilo, Candy. Di que...

— No puedo, porque... — ella lo hubo interrumpido para confesarle: — nunca, nunca dejé de hacerlo. Mi recámara, este árbol, la colina son mis testigos de que...

La carita y boquita de Derek expresaron sorpresa; y sus ojitos brillaron de felicidad cuando vieron a su padre abrazar a la rubia y besarla con verdadera urgencia y desesperación.

¡Cuánto lo había echado de menos! Candy se decía para sí. Y aquellos labios que una sola vez en su boca se posaron, los volvía a sentir, sólo que en esta ocasión en un beso de mayor intensidad.

¡Cielos! A pesar de todo no había sido tan malo y ahora comprobaba que...

Las risitas del chiquillo los hizo detenerse y a uno disculparse, mientras que la otra se pintaba de un rojo escarlata, ya que unas manos no estaban en su lugar.

Notando el severo sonrojo de Candy, Terry no pudo evitar el echarse a reír; y abrazándola, al oído, le prometió ir más despacio, pero ella...

— Ya no me importa que tus labios hayan besado otra boca, o tus manos acariciado otra piel o...

Candy, apenada, escondió su rostro en su pecho para seguir diciendo:

— ... lo importante es que en tu corazón sigo estando yo, como tú en el mío.

— Todo el tiempo has estado ahí. Nunca pude sacarte de él. Mis pensamientos tal vez...

— Fueron las circunstancias quienes te obligaron.

— Gracias por entender y perdonar, Candy.

— Gracias a ti, Terry, por volver.

— Sí, volví por ti —, él tomó la mano femenina; luego la de Derek. — Por ustedes, para llevarles a casa donde yo haré un gran esfuerzo para representar ahí los mejores papeles de mi vida: padre, esposo y...

— Pero...

Candy lo detuvo; y bromearía con él:

— ¿Cabremos todos en ella? porque... tú sólo tendrás a Derek, pero yo... —, se los enseñaría: — tengo a todos ellos.

Habiendo apretado ligeramente su respingada nariz, Terry respondía:

— Y te juro, que a ninguno, nada les faltará.

Con cariño que únicamente ella merecía, él besó su frente; después, la punta de su nariz y al último, descansó su boca en la de ella quien pronunciaba:

— Te amo.

— No, yo te amo.

— Y yo los amo a los dos — había dicho Derek abrazándose de ellos.

Sonrientes y tomados de la mano, las siluetas de hombre, niño y mujer, se veían en el horizonte, mientras que chiquillos corrían hacia ellos, felices y llevando sus regalos.

Pero al estar todos juntos y luego frente a sus respectivas madres, uno anunció la buena nueva; y las religiosas que en sus oraciones siempre lo pedían, finalmente podrían entregar a Candy en matrimonio y verle poco a poco realizada como mujer y madre futuramente.

. . .

"Un día, antes de culparte, le puse fin a mis lágrimas y penas. Así como la muralla que le levanté a tu recuerdo para tomar un nuevo sendero, ya que cansado estaba de padecer sin ti.

Es verdad, mi corazón dejó de serte fiel y mi papel de tonto lo interpreté muy bien, hasta que... me propuse a no mendigar el amor de nadie y preferí ser amado que... amar.

Al principio, yo no busqué tu amistad, quería obtener tu amor, ese, que desde el primer momento que te vi... te lo di yo"

. . .

F – I – N

. . .

CAPRICHOSO ES EL DESTINOWhere stories live. Discover now