Capítulo 3 parte A

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Aunque de nuevo se invirtió tiempo y dinero en el cambio de afiches y vestuario, la completa compañía teatral, en un suspiro, se vio mayormente remunerada con el regreso de Terruce Granchester.

El público, que en el pasado había quedado fascinado con su actuación, pagaba más del doble por volver a verle sobre los escenarios o en privadas presentaciones. Además, las mujeres, chicas o grandes, no hesitaban ni escatimaban en costosos regalos para el actor, el cual cada vez y mayormente acentuaba su atractivo.

Susana de todas ellas se sentía rabiosamente celosa, pero en su perfecto papel de novio enamorado, Terry, devolviendo la zalamería que un día ella empleara, la convencía diciéndole que no había otra mujer en su vida más que ella que se atrevería a cuestionarle:

— ¿Ni aún por Candice White?

Con su mención, el joven sintió que un martillo le golpeaba en el riñón, pero aun así... ¡se lo aseguraba!

Y para demostrarle su "inmenso cariño", el joven Granchester, con el dineral que ahora poseía, como primer regalo de bodas, le consiguió una casa de ensueño, aparte de que Terry necesitaba distraer a su noviecita, ya que...

Una silla yacía a medio escenario, y el actor que la ocupaba, sostenía un libreto, al cual no le prestaba atención, porque su pensamiento, visitaba un lejano lugar. Y porque tan ensimismado estaba, el joven no se percató de la llegada de quien, detrás del telón, lo sacaba de su ensoñación al saludarle.

¡Hola!

Sin haberse sobresaltado un ápice, Terruce se giró para mirar hacia donde la voz provino; pero al asomarse el travieso fantasma, a éste se le descubrió y se le identificó con indiferencia:

Ah. Eres tú.

La dureza de él consiguió que la visita, saliendo de su escondite, le reprochara.

¡Caramba! Me tratas como si yo te hubiera causado daño cuando fue todo lo contrario.

Es verdad — Terry lo reconoció con franqueza; y se puso de pie para decir caballerosamente: — Entonces, le pido que acepte mis disculpas, ¿señorita...?

Lucy a secas y a tus órdenes, Terruce Granchester — se hubo presentado la chiquilla aquella que curiosamente poseía ciertos aires de una entrañable chica.

Señorita Lucy, es un gusto conocerla.

Terry tomó y besó la mano de ella, que la de él no soltaría conforme le decía:

¡Vaya formalidad la tuya! Si no te conociera, en verdad que me la creería, pero en fin... así que, has vuelto.

Lucy, después de haber liberado al castaño, fue a ocupar su asiento; y poniendo su mentón en el respaldo de la silla, le soltó.

Bueno, y ya que se te hizo justicia, ahora te pregunto, ¿cómo vas a agradecerme lo que hice por ti?

¡¿Cómo ha dicho?!

¡Ya! Deja de ser tan recto, y contéstame, ¿cómo vas a pagarme el favor?

Que yo recuerde ¡nunca se lo pedí!

Lo sé; pero de todos modos contesta.

Porqué mejor no me dice usted, ¿cuál sería el pago?

Ah, sencillo. Sé mi amante.

Después de lanzada la propuesta, Lucy se puso de pie; y Terry, que casi cae al suelo debido a la impresión recibida, le gritó.

¡¿Está usted loca?!

¡Qué! — ella actuó como si nada; y la muy descarada prosiguió. — ¿No me digas que nunca recibiste esta clase de insinuaciones?

Bueno... sí, pero...

Terry hizo a un lado sus aturdidas reacciones para dejarle en claro:

¡No de una niña como tú, que por cierto ¿cuántos años tienes?!

La edad es lo de menos, pero tampoco te dejes llevar por las apariencias. Y mejor responde.

Aparte de lo mandona... ¿estás consciente de lo que acabas de pedir?!

¡Claro! porque... déjame decirte que la estúpida de Susana no tiene mal gusto, y por lo tanto, no te merece. ¡Anímate y págale así su osadía de haberse fijado en ti!

¡¿Quién eres?!

Terruce fruncía severamente su gesto; y Lucy, de lo más natural, dijo:

Confórmate con saber, que ¡la detesto con todas mis fuerzas y estoy dispuesta a hacer hasta lo imposible por fastidiarle la existencia!

¡Y de nuevo yo tengo que pagar los platos rotos ante tanto capricho absurdo, ¿no?! ¡Qué frescas!

No, no lo tomes así; y acepta mis disculpas, porque efectivamente tú no tienes la culpa, sólo el de ser mucho muy guapo, así que... depende de ti la respuesta ya que de mi cuenta corre el pasarla excelentemente bien.

¿Hasta cuándo? ¿hasta que se te pase el berrinche y me descubras para destruirme?

No, claro que no, porque... verdaderamente me gustas, Terruce; y esto... lo hago más por ti que por mí.

¡Sacrificada la niña!

Perderme contigo, no será sacrificio alguno, sino todo el placer que pueda existir en el entero mundo. ¡Anda, acepta! Tienes mi palabra de que nuestro "pacto" lo mantendremos oculto muy bien, ¿sí?

Terry, con rostro muy severo, estaba tomándose su tiempo en contestarle a la atrevida esa, pero, la sonrisa y los ojos pícaros de Lucy consiguieron hacerle sonreír y... 

CAPRICHOSO ES EL DESTINOWhere stories live. Discover now