Capítulo 11 parte A

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La sensibilidad de Candy conmovió a la actriz; y porque Eleanor no había sido notada por la ojiverde, fue precisamente hasta ella para agradecerles a ambos rubios todo lo que habían y estaban haciendo por el pequeño Derek.

— No tiene por qué agradecer, miss Baker — dijo Candy. — Así como a él, queremos a todos los niños; y nuestra función principal en el Hogar de Pony es cuidar de ellos hasta que sus padres...

— Espero que le des a Terry la oportunidad de explicártelo todo desde el principio.

— Sí, claro; sólo que en estos momentos...

La puerta de la habitación de nuevo se abrió; y quien salió y cerró fue la enfermera dejando adentro a padre e hijo.

— ¡Mi hijo! — había exclamado para sí Terruce cuando lo volvió a ver.

Conteniendo su emoción, el actor se dirigió a él que lo miraba sonriente; y esa confianza proyectada logró que el castaño iniciara conversación:

— ¿Estás nervioso?

— No.

— Si te digo que yo sí, ¿me creerías?

El castaño se sentó en la cama y de frente al pequeño paciente el cual le compartía:

— Mamá Candy dice que es bueno ser sincero, así que, yo te creo. ¿Tienes miedo?

— Mucho.

— No te preocupes, los dos estaremos bien. Mira —, el chico de debajo de su almohada sacó el crucifijo de Candy. — Esto nos cuidará —. Derek lo besó para luego ofrecérselo. — Ahora, hazlo tú y verás qué bien te vas a sentir.

Terry lo besó, lo mismo que la manita que atrapara. Y porque el sentimiento lo traicionó, le observaron:

— No llores —, Derek se enderezó para abrazarlo. — Los hombres no lo hacemos.

Sonriendo nervioso, el castaño preguntaba:

— ¿Eso también te lo dijo Candy?

El chiquillo negó con la cabeza y lo liberó para confesarle:

— Eso lo dice todo el tiempo Santiago.

— Santiago.

Terry volvió a su posición anterior para escuchar:

— Un hermanito de la Casa Pony, ¿la conoces? No, no lo creo. Nunca te había visto, ¿de dónde eres?

— Yo soy... —, tu padre le hubiese gustado decir, pero se optaba: — de Nueva York, ¿la conoces?

— No, pero mi padrino Albert sí. ¿Sabes que es un hombre muy rico y muy conocido?

— ¿De verdad? — el castaño fingió sorpresa; y de nuevo sonrió al oírle:

— Sí; y yo de grande quiero ser como él.

Porque bien se conocía el oficio del banquero, se indagaba:

— ¿Te gustaría viajar?

— ¡Me gustan los animales! — Derek prefirió.

— Qué bien.

— Y a ti, ¿qué te gusta hacer?

— Aparte de burradas... —, Terry lo había pensado para sí; y para el niño: — Soy actor.

— ¡¿De verdad?! — la expresiva carita de Derek le tocó el corazón.

— Sí; y no es por presumir —, el actor se le acercó para decirle en secreto: — También soy muy famoso y tengo mucho dinero.

CAPRICHOSO ES EL DESTINOWhere stories live. Discover now