Capítulo 11 parte B

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Pero en lo que Candy, escoltada por Cornwell, se dirigía a Derek; la actriz sabiendo que su hijo había sido llevado al cuarto de recuperación, fue a él, y Terry de inmediato quiso enterarse:

— ¿Has hablado con ella?

— Te corresponde a ti hacerlo.

— Por el tono que usas y la cara que traes... no la tengo tan fácil, ¿verdad?

— Tiene los sentimientos confundidos.

— ¿Es por Albert?

— No lo sé; pero de todos modos intenta hablar con ella.

— Tienes razón; y en este justo momento, lo haré.

Del movimiento brusco que hizo, el actor se mareó.

Aun así, él puso los pies en el suelo; y controlando sus tambaleantes pasos, se dirigió a ella que...

Albert había entrado únicamente para despedirse de Derek; y aprovechó el momento para dejarle a Candy una nota que ella ya leía después de haberle encontrado sobre la cama.

Me es urgente hablar contigo. Te espero en una hora a la entrada del parque.

Albert

— Irás, ¿verdad, Candy? — había cuestionado interesado quien la había escoltado y observado leyendo.

— Depende del mejoramiento del niño —, la rubia a Derek se acercó; y por lo mismo:

— No eres más su cuidadora. Ahora, tiene al bueno para nada de su padre. ¡Qué se las arregle él como pueda!

— De todas maneras —, Candy ocultó su enojo ante lo rudamente expresado, — no puedo abandonar al niño, así como así.

— ¡Pero, así como así, renunciarás a la oportunidad de ser feliz con Albert, ¿cierto?!

— ¿Y por qué te molesta tanto, Archie? — ella lo confrontó; y él...

— Porque yo...

— Sigue enamorado de ti, pecosa. Eso hasta un ciego a kilómetros lo puede ver.

Su irreverente intromisión bastó lo suficiente para hacerle hervir la sangre; y sin pensarlo dos veces, Archivald, como felino, se lanzó contra Terruce.

La batalla campal que armaron entre ellos dos, consiguieron despertar al niño, el cual asustado miraba la pelea y a Candy quien llevaba gritándoles:

— ¡Basta! ¡Basta de golpes! ¡Terruce, por favor! ¡Archie, suficiente!

No obstante, al interponerse para poner paz ¡paz! que le asestan un certero golpe en el rostro.

— ¡Candy! — exclamó un asustado Archie; y se detuvo a pedirle: — ¡Perdón! —, y le explicaría: — ¡La furia me cegó y... por favor, perdóname!

— Haz el favor de retirarte — Candy le señaló la puerta; y debido a que no acató su pedido, la rubia gritaría: — ¡Que te vayas! ¡Tú también, Terruce! ¡Fuera de aquí los dos!

Y en lo que ellos finalmente la obedecían, Candy, sosteniendo su ardiente mejilla, corrió hacia Derek, y del pequeño recibió consolación.

Sus amargos sollozos no sólo eran resultado del golpe recibido, sino su herido corazón.

Y conforme las manitas del chico le acariciaban cabeza y espalda, con besitos intentaba aminorar el dolor en el rostro de la joven.

Pero mientras Candy se calmaba...

CAPRICHOSO ES EL DESTINOWhere stories live. Discover now