Capítulo 2 parte A

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El rostro de la joven radiaba de la felicidad. El vestido de novia que había elegido estaba quedando ¡verdaderamente bellísimo! Por consiguiente, sus ansias de portarlo eran cada vez más grandes conforme el avance de los días, además de urgirle ser ya su esposa, y así, gritarlo y presumirlo ante la sociedad mundial.

— Será una novia muy bella.

— Bella es poco a como quiero lucir en mi boda. ¡Quiero que él quede impactado al verme!

— Le aseguro, señorita, que cuando su novio la vea se enamorará más de usted.

— Así lo espero — dijo la joven para sí; y permitió que la modista se llevara su vestido para traer...

— El velo, ¿qué le parece?

La futura novia torció la boca; y comentaría al verse en el espejo:

— No me gusta mucho. Es demasiado sencillo.

La modista sonaría insistente:

— Déjeme demostrarle que...

— ¡He dicho que no!

A la altura de la nuca lo habían arrebatado y lanzado al suelo.

— Lo lamento —, la confeccionista se dispuso a levantarlo; y conforme lo limpiaba escuchaba regaño:

— ¡Debe entender, que si mi vestido es una delicia, el velo también debe serlo!

— Por supuesto. ¿Tiene en mente algo en especial?

— ¡Usted es la experta!

— Sí, claro. Yo había escogido algo así debido a... —, se pasó saliva, más debía decirlo: — a la forma de la cara y usted...

— ¡¿Qué está insinuando?! ¡¿qué estoy carona?!

— ¡No, no! ¡Por supuesto que no! ¡Nunca... yo...!

— ¿Sabe qué? Déjelo así.

— Para la siguiente prueba, le traigo otro modelo de velo.

— ¡Y espero que sea algo más decente que el que me acaba de mostrar!

— Así será, señorita. Con su permiso, me retiro.

Desde su lugar la molesta joven miró a la modista empacar todo y marcharse. Ya estando a solas, pronunciaba:

— Pronto. Pronto será el día; y después de ahí, ya no habrá humanidad ni actividad alguna que te aparte de mí.

Y mientras en su habitación la caprichosa muchachita sonreía con triunfo, en la sala de aquel hogar, se detenía la humilde trabajadora para decir:

— Es su turno, señor Granchester.

Terry, quien miraba a través de la ventana, con elegante porte se giró para confrontarla; pero aquella sintió miedo de la mirada que le dedicaron; y armándose de valor entregaría recado:

— Mi papá le mandó su traje para...

— Lléveselo y dígale que después voy.

Ante la helada indicación, contestación no hubo; y la modista no perdió tiempo y desapareció en cuestión de segundos.

Por su lado, Terry se dispuso a dirigirse a la recámara de Susana.

Ésta, ya allá, después de haber recibido su blanca frente un beso por parte de él, comentaba:

— ¡Mi vestido está quedando espectacular! ¿Te has probado tu traje?

— Lo haré después. Tengo ensayo en cuarenta y cinco minutos.

CAPRICHOSO ES EL DESTINOWhere stories live. Discover now