Capítulo 17.

18 0 0
                                    


𝄞—Baile bajo la luna—𝄞

Anoche nos devolvimos al hotel un poco cansados, estábamos super agotados así que cada quien cayó en su cama como marmota en playa.

Ya había amanecido y por supuesto que tenía una maravillosa vista. Estaba sentada en mi cama y él estaba hablando por teléfono. Justo como el día anterior solo que en diferentes situaciones, su cabello caía por su frente muy despelucado y su abdomen estaba al descubierto. Me agradaba la idea de que por fin pudiera verlo de cerca y desnudo, la primera vez estuvimos a oscuras y no me había permitido apreciarlo completamente. Además la curiosidad de saber que había más allá de ese saco negro me carcomía.

Como ya lo había nombrado, en sus brazos descansan unos diminutos tatuajes que los rellenan completamente. Estos son como unos pequeños símbolos que cubren su piel pálida.

Bajé la mirada y vi esos simples pantalones de tela delgada que únicamente lo cubrían. Aparté los ojos de ahí un poco sonrojada cuando vi que él desde su postura me miraba, aún con el teléfono en su oreja.

—Sí, mamá—vi que rodaba los ojos.
—Está bien, señora Vicky—murmuró cansado. Ella seguramente lo reprendió y entonces suspiró.
—Bueno, mamita querida y preciosa.—y colgó. Me reí solo un poco y él después de guardar el celular me sonrió.

—¿Regaños mañaneros?—arquee una ceja ante su cara.

—Mi mamá me llamó casi llorando porque creyó que no íbamos a estar con ella para pasar año nuevo—rodó los ojos.  —Estaba histérica y dijo que no la dejáramos sola.

Sonreí. —¿Le dijiste que viajamos mañana?

Él asintió.
—Fue así como se calmó un poco.

Sonreí y él se acercó a mí. Sus dedos acariciaron mi mejilla y dejó un corto beso en mis labios. Mis piernas temblaron, mis mejillas ardían mucho.

—¿Dormiste bien?—susurró en mis labios. Bajé la mirada porque su bonita mirada me estaba dejando loca y asentí.

—Muy bien—aseguré.

—Yo casi no—negó con la cabeza. Alcé la mirada mirándolo atentamente.

—¿Por qué?—fue lo que pude soltar en un hilo.

—No tenía a quién abrazar como almohada—sonreí cuando él me miró muy fijo. Negué con la cabeza y solté una risa por lo bajo. —Mejor dicho, no fuiste mi almohada.

Los colores se subieron a mi cabeza.

—Pero bueno—se separó y lo agradecí porque necesitaba soltar el aire retenido. —Mejor vamos a disfrutar de este último día.

Y así fue.

Pasamos todo el día fuera del hotel, él me dijo que lo acompañara a comprar unas cosas para su mamá. Me dio ternura el hecho de que estaba muy desesperado por conseguir algo bonito para ella. Sonreí cómo tonta por todo el camino cuando sus dedos sin querer rozaban con los míos, cuando hablaba más de la cuenta como un niño ilusionado y cuando me miraba por mucho tiempo.

Entramos a un almacén y finalmente compramos muchos dulces, un llavero, un bolsito muy elegante y un vestido aseñorado.

—¿Le quieres llevar algo a tu amiga?—preguntó. Abrí mi boca sin saber qué decir... Brenda, mierda.

Broken smile. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora