Capítulo 32.

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𝄞—De su mano—𝄞


—¿Cuándo te diste cuenta?—inquirió después de aquel momento emocional que se había formado.

—El doctor me lo dijo hace unas horas—suspiré con preocupación, apretando su mano. —Tengo mucho miedo.

El asintió, demostrándome su compresión, entendiendo lo que sentía.

—Yo también—vi su debilidad, el temor en sus ojos. —¿Podré ser un buen papá?

Inmediatamente una sonrisa se formó en mis labios.

—Claro que sí, mi amor—aseguré.
—En estos momentos hay tantas incógnitas que son difíciles de averiguar. Pero de algo estoy segura y es que lo haremos muy bien.

Él suspira, me mira, baja la mirada hacia nuestras manos enlazadas y sonríe.

—No lo puedo creer—él niega con la cabeza y con una inmensa sonrisa, pareciendo un niño pequeño.
—Tendré un bebé con la mujer que amo, con el amor de mi vida—su sonrisa era todo lo que necesitaba. El brillo de ilusión en sus ojos me permitía creer y confiar. —¿Ves eso? Eso es a lo que yo le llamaría felicidad.

—Hiciste un gol, campeón—alzo una ceja. —Eres todo un CR7.

Él me vuelve a sujetar y me envuelve en un fuerte abrazo.

—Te amo, te amo, te amo—dice mientras me da besos por toda la cara.
—Mi rarita consentida tendrá un bebé conmigo, Dios. ¿Ésto es real?

Mira hacia el techo agradeciendo y no puedo evitar reír.

Tanta felicidad pero tantas preguntas y tanto miedo a la vez.

Cuando el silencio se hace presente, Jacob parece saber lo que estoy pensando. Eso es justo lo que amo de él, que parece que leyera mi mente y entendiera todo lo que expreso o siento. No puedo estar más feliz de tener un bebé con este hombre.

—Te prometo que haré lo que sea posible para que tú y nuestro bebé estén a salvo. No nos harán daño—dice con completa seguridad y aunque le crea, me cuesta pensar que será fácil. —Te lo juro, rarita, es una promesa de macho alfa a su princesa, que nadie nos hará daño.

Asentí, convencida de que tendría un respaldo, pero con miedo a que no fuese posible.

—Confía en mí. Los cuidaré más que a nadie.

Repetí en mi mente esas palabras, esperando que todo saliera como planeabamos.

Pero feliz, porque ya tenía de vuelta al chico con el que estaba segura y completamente feliz de crear un hogar.

(...)

El doctor Tian me dejó en la habitación después del encuentro con Jacob. Me dijo que pronto yo saldría, pero que Jacob se quedaría otros dos días más en estado de recuperación. Lógicamente pensé y aunque me doliera dejarlo aquí, entendía completamente.

Tenía 56 llamadas perdidas de mi mamá, la única que tiene celular en la casa, porque de lo contrario mi papá también lo haría y ya no serían 56 sino 1.678.

Los entendía y me dolía, estaba segura que las páginas amarillistas se habían encargado de hacer su trabajo y el suceso ya es parte de todos los medios de comunicación periodisticos habidos y por haber. Me mortificaba no contestarles, pero tenía miedo. Y no era excusa ni justificación, pero no quería que me vieran tras una pantalla en un lugar como éste y ver su impotencia de no poder hacer nada.

Broken smile. Where stories live. Discover now