Capítulo 22.

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𝄞—Powerful voices—𝄞

Jacob.

Azoto la puerta y tiro la guitarra de mala gana al mueble. Mis venas se brotan y siento mi corazón latir a mil de la rabia.

—Por lo que veo no te fue muy bien—dice Vicky. Bufo y me dejo caer en el mueble, al lado de la guitarra.
—¿Qué sucedió, hijo?

Sentí su presencia a mi otro lado. Voltee a verla y fue imposible retomar mi respiración, mis ojos se cristalizaron.

—Oh mi vida, ven aquí—me abrazó y esta vez no rechisté, dejé que su brazos al menos llenaran una parte vacía de mí. —¿Tiene que ver con Alana?

Asentí bajo sus brazos. Ella acarició mi cabello y yo me separé volviendo a recostar la cabeza en el espaldar del mueble mientras miraba al frente.

—Habla cuando te sientas preparado.

Pasaron unos cuantos minutos intentando que mi respiración se acomodara.

—La vi—solté cabiz bajo.
—Estaba con otro chico—tragué saliva y suspiré, mis ojos ya picaban de nuevo. —Y se veía tan bien a su lado, como si fuese muy feliz.

Cerré mis ojos y negué con la cabeza.

—Ya me olvidó seguramente.

—No—Vicky habló masajeando mis hombros—Sé lo dulce que puedes llegar a ser hijo, créeme que no te olvidará tan fácil—aseguró. —Ustedes dos no se van a olvidar de la noche a la mañana.

Quise creerle pero en cambio mi corazón experimentaba una rabia y maldad incontrolable.

—Todo es culpa de Pilar—las lágrimas fueron apareciendo sintiendo los ojos arder. —Ella me alejó de Alana.

—Te he dicho que no te cargues de rabia, hijo, tú eres el que sufre. Mientras ella está allá gozando de la vida como la víbora que es, tú te echas a morir por lo que fue y no fue—apartó los brazos de mi hombro y puso una mano en mi mentón obligándome a verla. —Debes respetar la decisión de Alana, puede que no lo entiendas, pero ambos necesitan estar preparados para quererse. Hijo, tú tienes muchas heridas del pasado por esa mujer. Es hora de que te des cuenta que puedes empezar una vida.

—Lo hice mamá, créeme—bufé.
—Cuando estaba con Alana no me sentía roto, no pensaba en heridas del pasado como tú dices. Me sentía en una burbuja, ella me hacía mucho bien.

Recordé su cara, el olor de su cabello, sus manías, su sonrisa. Esa jodida sonrisa que me había engatuzado tanto.

—Quiero tenerla acá, mamá. La quiero—mis palabras se veían interrumpidas por los sollozos.

—¿Cómo estaba?—su pregunta me hizo cerrar los ojos y sonreír débil.

—Hermosa.

—¿Pero qué hizo cuando te vio?

—Me miró por unos segundos y después bajó su cabeza—hablé sin ganas.

—Te quiere todavía, hijo—la miré. Una sonrisa de boca cerrada apreció en su rostro y me acarició la mejilla. —Ten paciencia y si sientes que debes hablar con ella. Hazlo. Mándale una canción, hazle saber que la quieres. Tal vez ella ya está preparada pero piensa que tú ya la dejaste a un lado. Porque así de irónicos somos los seres humanos.

Broken smile. Where stories live. Discover now