XII

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La puerta estaba rota en el suelo y poco les importó a los guardias el piso completamente lleno de vidrios rotos y los cuatro chicos en una posición vulnerable a la hora de aplicar fuerzas, pues pasados los diez segundos de tensión que parecía infinita, las cinco personas que entraron al pasillo de los tubos levantaron un arma cada uno y apuntaron a los cuatro chicos sin miedo. 

Jeongin sintió su sangre hervir, sabía que ya no tenía control sobre su poder y eso era peligroso pues era capaz de sacarlo sin permiso y generar el mismísimo caos en medio de una guerra entre, irónicamente, aliados. Chris por su parte tenía el cuerpo de Seungmin entre sus brazos, cuidando al inconsciente de cualquier amenaza que lo obligará a gastar las pocas energías que le quedaban y por último, Lacey, se encontraba totalmente sorprendido por el poder de Jeongin y sobre todo listo para pelear en caso de ser necesitado.

Los cuatro enfrentaban con sus poderes a otros cinco hombres que probablemente no querían matarlos, pero la persona que controlaba eso sí, y ellos no podían hacer mucho contra esa amenaza más que enfrentarla. Y mientras los cinco hombres comenzaban a disparar, Jeongin se vió obligado a correr al medio de los chicos y apoyar sus manos en el aire, como si sostuviera una enorme esfera que quisiera aplastarlos y mientras su cabello brillaba un poco más allá de ese pelinegro llamativo, un enorme domo de luz se generó alrededor de los cuatro chicos.

Las balas chocaron con el campo de fuerza que Jeongin había creado y el cuerpo del menor no dejaba de doler en cada extremidad. Su boca se entreabrió, sintiendo en su pecho la necesidad de descansar y caer de rodillas al suelo de nuevo. Sus lágrimas caían por sus mejillas y su vista se nublaba entre su respiración agitada. Chris le decía algo a los gritos, Lacey también trato de hacerlo pero el menor no era capaz de escuchar nada más que el latido de su corazón. Entre el cansancio, miedo y enojo acumulado, Jeongin se había metido en una propia burbuja y nadie podía romperla.

Nadie excepto aquel que nació para entrar en su vida y compartir todo a la mitad. Aquel complemento que oscurecía todo el brillo cuando el sol parece demasiado cuando solo quieres estar solo. Jeongin lo sabía y lo pudo confirmar en el momento exacto en que el sonido de sus latidos acelerados se multiplicó por dos. Cuando en vez de escuchar una respiración, comenzó a oír dos. Lo confirmó cuando abrió los ojos y si bien todo el mundo estaba sumido en la ceguedad, había un ser que se veía perfecto. Había una silueta que entraba por la puerta con un aire autoritario y un maldito dolor que azotaba el pecho del menor sin piedad.

Jeongin levantó la mirada, su vista puesta exclusivamente en ese corazón que latía a unos metros de él, dejó de lado las balas chocando con el campo de fuerza, los gritos de los dos mayores a un costado y se concentró en ese par de ojos oscuros que lo miraba como un objeto. Sin sentimientos. Perdido en un espacio mental. Desconectado.

Niño psiquis... —Su voz retumbó en la cabeza del menor, como un eco de aquellos que sonaban en el búnker cuando el silencio reinaba en cada esquina y la noche era tranquila como cualquier otra.

Jeongin perdió los cables, su brillo aumento en tamaño por la sensación que dominó su pecho ante aquel llamado. Miró con más fuerza al mayor a unos metros a través del campo de luz. Hyunjin se veía tan fuerte, frío y alejado por fuera, pero parecía que por dentro estaba pidiendo auxilio a gritos que nadie podía escuchar. El chico del francotirador, aquel que se burlaba con sus poderes en vez de verle lo malo a su nueva vida y aquel que siempre sabía cómo hacer enojar al menor incluso sabiendo que amaba que lo hiciera, Hyunjin...

—¡Jeongin, no caigas en eso! —Los gritos de Chris se oían a solo metros de el menor, justo del lado contrario de Hyunjin y con más fuerza que antes. Jeongin se estaba debilitando.

El cuerpo de Hyunjin se quedó inmóvil, pero un aura completamente azul brillante, comenzó a desprenderse de su cuerpo y Jeongin tuvo la sensación de que solo él era capaz de verla. Momento después, como si una fuerte ráfaga de viento hubiera pasado rápidamente, el aura de movió fuera del cuerpo, como si el alma del mayor estuviera flotando a metros de él con la misma forma que la del Hyunjin que aquel día en plena guerra abandonó el cuerpo del menor para salvarle la vida. Cuando la bala dio en su pecho y sus manos estaban llenas de sangre.

In My Veins - [Hyunin] [2] [✓]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu