XXVIII

6.6K 1.3K 1.4K
                                    

Los presentes aún en el subsuelo miraban la enorme pila de escombros que tapaba la salida. No tenían idea de cuánto tiempo tardarían los muros en colapsar, pero el agujero que daba a la superficie estaba tapado por pedazos de su misma estructura. Chris se acercó, tomó un pedazo de piedra y lo inspeccionó como si en él estuviera la respuesta. Las luces también se habían apagado, no quedaba una sola señal de que en algún momento ese fue un refugio seguro. Jeongin mantenía su mano en alto, era la única fuente de luz.

—¿Por donde saldremos ahora? —preguntó Changbin, tragando duro al ver el lugar inestable. Los recuerdos del búnker en plena caída no tardaron en habitar su mente.

Pero antes de que cualquiera pudiera responder, Chris volvió a lanzar el pedazo de escombro a su lugar y unos ruidos en la superficie hicieron que todos se mantuvieran quietos en sus lugares. El silencio abrumó cada esquina, pero arriba los sonidos eran cada vez más fuertes.

—Van a tirarlo abajo. Tenemos que salir de aquí ahora —sentenció Minho, mirando al resto del grupo con pánico. No era como que no se le hubiese pasado por la mente la idea de morir, pero ver a sus amigos hacerlo era una tortura que no soportaría.

Chris negó con la cabeza, tratando de recordar alguna salida de emergencia o algo que los ayudará a escapar. Mientras tanto, la luz de la habitación comenzó a agrandarse a medida que Jeongin sentía el miedo a morir en sus venas.

—Los tubos —susurró de golpe Lacey, alzando la vista de golpe—. ¡Los tubos donde despertaron mi poder! Esos tubos pasan por toda la ciudad.

—Te recuerdo que tu hermoso poder explotó cada tubo y el humo Aeris está encerrado allí dentro junto a una posible muerte —le recordó Chris, mirando directo al menor.

—Pues será mejor que sepan aguantar la respiración un par de metros —reprochó Lacey, cansado de cruzarse de brazos ante todas las ideas.

Afuera, las bombas comenzaron a ser colocadas. Las risas de gente desquiciada resonó en cada esquina de lo que aún quedaba del subsuelo; los gritos se volvían indescifrables, no se podía definir si era ira o alegría. Afuera, el mundo era una guerra sin bandos, a costa del pasado, persiguiendo el mismo futuro y no sabiendo diferenciar vidas o codicia extrema. La venda en sus corazones había destrozado sus propios interiores y no hay horizonte claro para el final de aquella batalla insaciable.

—¿Dónde están esos tubos? —preguntó Minho.

Los pasos en el pasillo hicieron contraste con los de arriba, con los gritos, con el sonido de cosas explotando por todos lados, los escombros cayendo, la venganza sonriendo pues su plato era más frío del que nunca fue. La puerta que separaba el camino de los tubos estaba en frente, pero todos sabían que no tenían la certeza de salir de allí con vida.

—No pongan esas caras —pidió Jeongin, tomando la manija de la puerta y tragando duro—. Hemos hecho cosas peores, no me vengan con miedo ahora. —La manija se bajó, todos los presentes se dieron la vuelta cuando unos pitidos hicieron eco y el silencio reinó afuera—. ¡Respiren hondo!

La puerta de abrió, el humo Aeris se esparció como el viento de invierno y golpeó los débiles cuerpos sin ápice de piedad. El edificio tembló y los presentes comenzaron a correr por el pasillo, mientras que por detrás, la bomba hacia añicos cada centímetro del edificio y sus largas paredes se envolvían en llamas. A su alrededor, los tubos estaban explotados en cientos de pedazos, las luces no existían y el suelo presentaba grietas cada vez más profundas que tuvieron que evitar. Lacey miró a Chris, el mayor también le miró, ambos sabían que dentro de esos estrechos muros existía un recuerdo que no se borraría para ninguno. Jeongin sintió sus ojos picar, correr sin respirar era un desgarrador reto.

In My Veins - [Hyunin] [2] [✓]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant