XXIV

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Lacey salió corriendo directo a la superficie sin pensarlo dos veces. Sus ojos oscuros presentaban un miedo extraño, culposo. Chris le siguió por detrás, y justo después de unos segundos, con duda y aún procesando la situación, Jeongin. Los tres corriendo por los pasillos directo a la ciudad.

Jeongin fue el último en llegar al galpón, notando que Chris y Lacey estaban arriba en el techo y subiendo por una escalera algo gastada que hizo ruido en cada uno de sus peldaños. Una vez arriba, la vista que le regaló el mundo y la ciudad Renacimiento, fue una entrada gratis al infierno y un asiento especial al lado del mismísimo diablo.

Se oían gritos, ruidos de roturas y un ambiente demasiado tenso para Jeongin, quién oía los pensamientos yendo y viniendo de una cabeza a la otra. Todos deseos de venganza. Muerte. Dolor. El mundo estaba entrando en una agonía ruidosa y sus pensamientos no eran los de unos niños temerosos que odian al monstruo bajo su cama. No, la gente se estaba comiendo vivo el mundo.

—¿Qué fue lo que hice? —Lacey se veía afligido, sus mejillas rosadas por el cansancio y su cabello despeinado lanzado hacia atrás con manchas de guerra en su piel.

Chris negó suavemente con la cabeza cuando sintió su piel vibrar. Cerró los ojos un momento y luego volvió a abrirlos. Segundos después, la ciudad cayó en un apagón profundo y el atardecer fue la única vela en la oscuridad que nacía. Todos estaban despertando.

—Debemos pensar con claridad, no entrar en pánico —advirtió Chris, igual de perdido que el resto.

—Se acerca una guerra y pensar con claridad no va a detener a un montón de humanos obligados a esconderse de sí mismos por años —Lacey miró al mayor con pequeñas lágrimas atoradas en sus ojos.

—No, Lacey, pero nos evitará perdernos a nosotros mismos en la guerra también.

—Chris tiene razón. Debemos buscar una solución —aportó Jeongin. Lacey volvió la vista a la ciudad a punto de prenderse fuego con sus propios actos pasados y la tarifa final.

—¿Y si no hay una solución? ¿Y si Keitha tiene razón y la guerra es la única finalidad que podemos darle a todo esto?

Chris relamió sus labios, su mano se mantenía en el cuchillo de su cinturón, lo hacía siempre que pensaba. Dio un paso al frente y tomó al menor de los hombros, obligándolo a que sus miradas se conectarán por un momento.

—Jamás en tu puta vida vuelvas a creer que esa loca maniática tiene razón en algo, ¿oíste? —Chris frunció el ceño, haciendo sonreír levemente al menor.

—Aún no se despertaron todos. Tenemos tiempo de... —pero las palabras del menor del grupo se quedaron en el aire, pues un Changbin totalmente agitado llegó al techo con el oxígeno atorado en sus pulmones y miedo en sus ojos—. ¿Bin?

—Está... Está con... —apoyó sus manos en las rodillas, respiró con dificultad— Está con vida. Minho está despierto y con vida. ¿Por qué mierda nadie me avisó de eso antes? —el curador golpeó el pecho de Jeongin con reproche, pero en ese momento todo se volvió insignificante al lado de la noticia—. Joder... Lacey, despertaste a Minho y no de la mejor forma. Está loco. No para de gritar barbaridades y Felix no está pudiendo calmarlo.

—¿Fe...? Changbin, ¿Felix también está despierto? —Chris frunció el ceño, se acercó al curador con sorpresa en sus ojos y exigió una respuesta urgente. Changbin le miró como si fuera el último en enterarse de la situación.

—¿No me has oído? Lacey los despertó a todos —Changbin hizo una seña para que le siguieran escaleras abajo. Chris miró a Jeongin por encima de su hombro. Ambos sabían que se venía y no aseguraba nada bueno.

In My Veins - [Hyunin] [2] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora