XVIII

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Jeongin no iba a mentir, se sentía nervioso. No porque no se animará a ver a su amigo sabiendo que en su mente se reflejaba la imagen de él en un tubo cada vez que cerraba los ojos, sino porque temía escuchar como perdía la cabeza lentamente por no saber en qué presente vivía.

Entraron a la habitación en silencio, pero desde adentro ya se oían algunas voces. En el interior, sentado en la cama con las piernas cruzadas y una mirada asustada, se encontraba Seungmin. Sus ojos brillantes en confusión se dirigieron hasta los dos miembros del búnker que aún su mente recordaba y a la mujer extraña que le miraba por detrás en completa neutralidad.

—¡Al fin vienen! Unas caras conocidas. —Seungmin parecía estar a punto de entrar en pánico, se intentó levantar de la cama, pero el enfermero que lo estaba revisando le miró de mala forma. Seungmin volvió a su lugar en silencio—. No entiendo que está pasando. ¿Por qué estoy aquí y porque me duele tanto el cuello?

El enfermero le corrió el cabello para examinar el punto dónde había sido propuesto colocar el chip, pero no había nada más que un corte, probablemente profundo y necesitado de puntos.

—Seungmin, ¿Que es lo último que recuerdas? —La pregunta de Chris tomó por sorpresa al menor, quién seguía perdido en un limbo mental.

—Estaba en un calabozo. Hacía frío. Había salido con Jisung a juntar recursos, pero nos atraparon. —Seungmin relató la vez que todo comenzó a caer en picada, antes de que se metieran a las instalaciones de Wolfgang.

—Lo mejor será que descanse. —Keitha había entrado a la habitación con firmeza, revisando el informe del enfermero y asintiendo levemente, Chris le miró con los brazos cruzados, insatisfecho con la poca información que estaban teniendo—. Tanto Seungmin cómo Lacey, tienen trabajo que hacer. ¿Si? Cuiden su mente, la vamos a necesitar.

Jeongin le miró incrédulo. Su hijo aún no había dado señales de salir de su trance mental y ella ya estaba preocupándose por el próximo paso. No es algo malo en un mundo dónde todo está constantemente cambiando y destruyéndose, pero era su hijo, no había empatía ni afecto, y Jeongin comenzaba a pensar que con Hyunjin sería igual y eso, el mayor no lo soportaría.

—Con Jeongin vamos a salir. —Chris miró a Jeongin, ambos parecían estar de acuerdo en que debían salvar de alguna forma a Changbin y Félix antes de que el mundo se fuera en picada afuera de la ciudad.

—No pueden hacer eso. Los camiones salieron esta mañana. —Keitha se dio la vuelta con total normalidad, pero Chris y Jeongin no estaban entendiendo a qué se refería—. Oh, creo que olvidé decirlo. Los Aeris mandaron unos cinco camiones a las afuera de la ciudad para traer aquí dentro a todo Aurum y Ferrum que quede con vida allá afuera. No quieren matarlos. Tomaron la decisión de "Cambiarlos", lo cual es una puta mentira, los quieren controlar.

Keitha parecía enojada, pero no lo estaba más que Chris, quién estaba a punto de tomar a esa mujer y lanzarla por la ventana si eso era posible bajo tierra. Jeongin lo notó, y está vez no tuvo ánimos de detener ninguna pelea, pues estaba en lo correcto si quería gritar y armar un escándalo. Changbin y Felix estaban afuera, y nadie sabía de qué eran capaz si se enteraban de que el pecoso tenía el chip roto.

—Maldita loca... —Chris se acercó un paso a ella, pero antes de poder siquiera soltar alguna otra palabra despectiva, una voz sonó de un costado de la habitación.

—¿Mamá? —Por detrás de una cortina blanca, Lacey estaba parado con heridas limpias en su cuerpo. Su cabello oscuro caía sobre su frente con restos de sangre seca, dándole un aspecto deprimente. Se veía asustado, pero más que nada dolido y perdido.

—Lacey, hijo. Al fin puedo hablar contigo formalmente. ¿Cómo te encuentras? —Las palabras de la mujer iban como preguntas automáticas, mientras se acercaba al menor y se aseguraba de que estuviera en un estado, dentro de lo que se puede, estable.

In My Veins - [Hyunin] [2] [✓]Where stories live. Discover now