XXXII

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La manera en que el mundo se consumió en un desgarrador silencio, fue el punto clave de que la visión estaba tomando lugar en la mente de todos los presentes. Changbin sujetaba con fuerza la mano de Seungmin, quién estaba demostrando lo fuerte que era más allá de su miedo al mundo. Con la mirada al frente, dispuesto a gastar cada gota de temor en una posible solución.

El poder de ambos se fusionó. No era la primera vez que dos poderes se unían para hacer uno mayor, pero si era sorprendente de igual modo. Todos vieron en sus profundidades mentales como el futuro se caía a pedazos si nadie se encargaba de bajas las antorchas, apagar el fuego y dejar de esconder mugre bajó la alfombra y muertos en el armario. Ya no podían seguir luchando en un mundo que estaba partido en dos por el enojo anterior a ellos. Era momento de unir fuerzas y esperar que todos pudieran levantar un escombro y no otro cuerpo sin vida.

Cuando la visión acabó y ambos chicos encargados del poder se miraron con esperanza, el mundo volvió a funcionar con normalidad. Jeongin se giró hacía Hyunjin. En la visión no había más que caos, edificios en llamas, gente muerta en cada esquina y el único sonido de desgarradores llantos. Con una sola mirada le demostró que él no iba a perderlo de nuevo. Hyunjin le sonrió en respuesta. Él tampoco iba a volver a caerse.

—¡Ya lo han visto todos! —habló esta vez Changbin, dando un paso al frente encima del vehículo y llamando la atención de las atónitas personas aún procesando la visión—. El mundo no es un lugar bonito para empezar de cero, pero seguir manchándolo con sangre y barriendo huesos como si fueran una lata de gaseosa, no va a hacer que esto mejore.

La gente comenzó a murmurar. El enojo que Lacey había dejado en su oleada de poder, estaba demostrado en cada lágrima atorada en las profundidades de sus ojos. La estabilidad colgaba de un hilo y no era para nada grueso.

—No están escuchando —soltó Lacey, mirando con preocupación a Chris.

—No quieren hacerlo. No les interesa nada aquí arriba. Están ciegos y enojados, nada puede calmarlos —sentenció el mayor, relamiendo sus labios al notar como Lacey volvía la vista al frente con miedo y culpa. El sentimiento de haberse equivocado lo perseguiría hasta el último respiro.

Baja del auto. —La voz de Hyunjin retumbó en la mente de Jeongin, quién volvía a sentir su corazón latir con solo escucharlo hablar allí dentro dónde nadie jamás los oiría—. Esta gente está lista para tumbarlo todo y no pienso quedarme aquí viéndolo. Mucho menos viendo como te miran con odio.

Los gritos volvieron a escucharse. El mismo hombre del tatuaje se acercó a Jeongin, quién estaba bajando del vehículo tratando de no ser visto. Se dio la vuelta con la mirada firme, el miedo ya no era su enemigo, había dejado de serlo hacia mucho tiempo.

—Otra vez estás buscando cambiar el mundo, niño ingenuo —reprochó el mayor. Se lo notaba aún más enojado que antes y sus puños cerrados a sus costados mientras el cemento vibraba, era la señal perfecta de que esto no iba a acabar bien—. Te di la media hora y ahora vienes a plantar bandera blanca. Creo que estás defendiendo algo que no es de tu incumbencia.

El modo en que le reprochó aquello, sacó de quicio a Hyunjin, quién se acercó al menor sin detenerse por los pedidos de Felix y se paró frente al menor para cubrirlo con su propio cuerpo. En la punta de sus dedos, la sombra de su tercer poder hacia presencia débilmente. Lacey se alejó de Chris, dispuesto a defender a su hermano.

—Está buscando lo mejor para ustedes. Lo mejor para el mundo donde se supone que todos vamos a vivir. No es defensa, ellos ya no tienen un lugar en la tierra; ahora debemos aprender a convivir nosotros juntos —atacó Hyunjin, mirando al hombre con el mentón en alto y sujetando la muñeca de Jeongin por detrás.

In My Veins - [Hyunin] [2] [✓]Where stories live. Discover now