Romance, escobas nuevas y apadrinamientos

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- Harry, sé que me dijiste que no te molestara antes de hora, pero te buscan. - Allison se dirigía a su jefe en la oficina. Aún no habían podido encontrar secretaria dado que la anterior, que había reemplazado a Luna, ahora trabajaba para Hermione en el Departamento de Aplicación de la Ley mágica.

- ¿Puedo saber quién es? - Harry estaba cansado. Llevaba varios días donde dormía y descansaba poco pues cuidaba a James mientras Ginny entrenaba y se encargaba de los empalmes en el gabinete ministerial.

- Ya le hago pasar. - la chica salió de la oficina.

Ese día, James se había quedado un par de horas al cuidado de Kreacher en el número 12 de Grimmauld Place. Harry había quedado de pasar por el al salir y después iría a la casa de Hermione mientras esperaba que su esposa llegase de los entrenos con la selección. Toc, toc. La puerta sonó y el muchacho con vos cansada le hizo pasar a quien quiera que fuese que le requería. Se sorprendió con la sexy chica que tenía en frente.

- ¿Solo te vas a quedar mirándome Potter?

El chico que vivió dos veces se apresuró a levantarse y cortar la distancia con ella. No le quitaba el ojo a sus piernas y a su escote. Ella le sonrió picarona y le besó.

- No puedo crees que hayas venido hasta acá. Y así de bella. ¿Qué dirán si nos ven los otros aurores? - dijo el chico con una sonrisa.

- ¿Acaso te molesta? ¿no quieres que nadie nos vea juntos?

- por supuesto que no me molesta, mi vida. Sabes que nada me hace más feliz y que se entere todo el que no se haya enterado de que estamos juntos, no me importa - ella sonrió. - solo que te esperaba hasta la noche.

- lo sé tontito. Pero hoy quiero que pasemos la tarde juntos. Llevo semanas cuadrándolo y no se había podido. Me tocó persuadir a tu jefa para que te deje salir y cuide a nuestro bebé. A propósito, James está en su oficina, pero Herms lo cuidara hasta mañana y dijo que no nos preocupáramos, Kreacher quedó apoyándole. De todas formas, es su madrina.

La chica sonrió. Tomo a su esposo de la mano y salieron de la oficina. Tal como lo sospechó, algunos aurores voltearon a ver a la pareja y se detuvieron en el cuerpo de la chica un poco más de lo debido. Allisson Les fulminó con la mirada mientras los enamorados desaparecían en la zona indicada para ello.

- ¿Se dan cuenta que es a la esposa de su jefe a la que miraban? Si Harry se entera los hace papilla.

Ginny guio la aparición conjunta hasta el patio de su casa en el Valle de Godrig. Tenía lista una cena y debían aprovechar que ese día estaba despejado y podían disfrutar del paisaje al atardecer.

Estaban sentados sobre una manta conjurada en el césped besándose y mirando hacia las montañas tras las cuales desaparecía el sol. Los ruiseñores cantaban al atardecer. La vista era perfecta en el patio de la casa más alejada del pueblo. Los tonos naranjas y rojizos que adoptaba el cielo le recordaban a Harry el cabello de Ginny.

- esto de verdad es hermoso. La vista, pero sobre todo la compañía. - Ginny se encontraba ahora recostada en el hombro de su esposo sin ropa y cubierta únicamente por las manos de su hombre que le miraba.

Acababan de hacer el amor de la forma más deliciosa hasta ahora. La vista y los besos habían llevado al desenfreno. La pareja, a diferencia de sus mejores amigos, no había probado al sexo al aire libre y simplemente se dejaron llevar bajo la seguridad de la ubicación y seguridad que su hogar les daba. Era imposible ser vistos o acceder a ese prado interior. Por ello, cuando se estaban besando no dudaron en desvestirse, explorar sus cuerpos y unirse. Habían puesto a prueba algunas cosas aprendidas en su viaje de luna de miel. Nuevas poses, nuevas formas de disfrutarse mutuamente. A Ginny le encantaba que su esposo le terminase en la boca pues se sentía poderosa al descontrolarlo de aquella manera. A él le encantaba hacerle el amor desde atrás mientras ella soportaba su peso en los brazos.

Harry Potter aprendiendo a vivir, después de la guerraWhere stories live. Discover now