El ataque

633 28 14
                                    

Era sábado, Astoria Greengrass caminaba por una calle solitaria camino al callejón Diagon. Aquel día, la rubia había quedado de encontrarse con su novio en el Caldero Chorreante. Draco tenía una reunión con el equipo organizador del campeonato europeo de Quidditch aquel día mientras que su novia libraba del trabajo. Astoria habría podido aparecerse en medio de la calle como lo hacían usualmente muchos magos. Sin embargo, ella era amante de caminar desprevenidamente mientras disfrutaba de la brisa, el ruido de la ciudad de Londres y las vistas.

A dos calles de llegar al Caldero Chorreante la bruja escuchó un extraño ruido que llamó su atención. Sin pensarlo dos veces empuñó su varita por debajo del abrigo muggle que llevaba y se dirigió a encontrarse con el ruido. Al llegar se sorprendió con lo que veía, un grupo de cinco personas estaban rodeados por una especie de escudo mágico y en el centro había dos chicas asustadas que evidentemente eran muggles. Los hombres vestían unas extrañas túnicas y turbantes. Se asemejaban más a un traje formal muggle, pero con clara influencia del extranjero. Uno de ellos levantó su mano y sin hacer uso de una varita mágica cortó la ropa de las chicas logrando que sus sacos y blusas cayeran al suelo y permitiendo ver sus pechos que ahora intentaban ser cubiertos por las manos de las mujeres. Sus pantalones de mezclilla quedaron en su sitio, pero solo por la posición que estas tenían en el suelo.

Ante esta acción, Astoria levantó su varita mágica y lanzó en encantamiento reductor hacia el globo mágico que parecía rodear la escena.

- Reducto

Los cinco magos se sorprendieron por el ataque que logró desaparecer su escudo y voltearon a mirar hacia la chica. La detallaron por unos segundos lo que permitió a la chica volver a mover su varita y de forma imperceptible una luz plateada salió y se desapareció en el camino. Momento después uno de los desconocidos movió su mano y un remolino de aire comenzó a llenar aquella calle. Otro de los atacantes agito su mano y de la nada se materializó un chorro de agua que se aunó al remolino de viento que ahora se dirigía hacia Astoria. Las muggles estaban pasmadas ante lo que veían y eran incapaces de moverse.

- Protego

Astoria alcanzó a defenderse sin embargo el tercer mago movió sus manos y de la nada su varita voló y la encarceló. Ahora estaba en desventaja. Los otros dos magos que no habían actuado se acercaron a ella y la empujaron hasta el lugar donde las muggles aun seguían sometidas por el miedo. Estos magos movieron sus manos y la ropa de la bruja se desvaneció dejándola atada y pataleando para intentar soltarse. Uno de los asaltantes acercó su mano hasta el pecho de la chica y está en un acto de defensa alcanzo a mover su cabeza y se prendió de uno de los dedos del tipo. Este, al sentir los dientes de la rubia clavándose en su piel intentó un encantamiento que dada la cercanía de la chica con su mano le dejó inconsciente. Los cinco tipos reían por la situación. Ahora tenían no solo a dos sino tres preciosidades para calmar sus ansias y colmar sus necesidades.

- ¿Sabes cariño? Estaba recordando la primera vez que fuiste a la Madriguera.

- ¿sí? Que recordabas exactamente. Yo recuerdo muy bien como tus hermanos me rescataron en el auto volador de Arthur.

- Recordaba el momento exacto en que bajé a desayunar y te vi en la mesa con la familia. No pude ponerme más nerviosa. Aun me apena mi reacción.

- Lo sé nena. Sin embargo, aquí estamos y con James.

- Es verdad Potter. Me costó que te dieras cuenta, bueno y quizá también a Hermione, pero aquí estamos y nada me hace más feliz

La pareja más famosa del mundo mágico disfrutaba aquel día de una mañana de sol en el Valle de Godrig mientras el pequeño James, que ya caminaba, se movía por todo el prado interior de la casa mientras sus padres estaban abrazados sobre una tela en el césped y le vigilaban.

Harry Potter aprendiendo a vivir, después de la guerraWhere stories live. Discover now