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Chūya estaba temeroso y adolorido. Tenía algunos hematomas en su piel y uno de sus ojos golpeados, de cuando había sido atacado por los Alfas.

Tenía miedo del tipo de vendaje, y más, si Ryūnosuke estaba tan cerca de él.

— Vamos, debes estar tranquilo. Yo no te haré nada malo. Sólo quiero ayudarlos... ¿El niño es tu hermanito? ¿Cómo se llama?

— E-Es mi hijo... Su nombre es Ryūnosuke...

Dazai se sorprendió. Sacó un peluche que pertenecía a él en su infancia, bastante conservado, y se lo entregó a Ryūnosuke, siendo amigable con él.

— Wow... Debiste haber pasado por mucho... ¿Y cuál es tu nombre?

— Chūya... Nakahara.

Dazai le daba sus delicados cuidados mientras hacía su interrogatorio. Limpiaba las heridas con torundas y alcohol, sin ninguna maldad, con la única intención de ayudarlo, aún cuando el celo de Chūya seguía presente.

— Chūya.

El pelirrojo no respondió, sólo se dispuso a escucharlo.

— Yo soy un Alfa. Puedo percibir tu aroma en celo de Omega, y déjame decirte que... El hecho de que los Alfas no puedan controlarlo y vayan tras el Omega, es totalmente falso. Puedo controlarlo perfectamente y de esa manera, nunca he estado con nadie. He dedicado mi vida a eliminar a esos malditos Alfas abusadores y a ser un doctor de Omegas y sus bebés. ¿No te acuerdas de mí?

A decir verdad, Chūya apenas lo estaba notando. Esa voz era la misma que la del médico que lo atendió en el parto cuando nació Ryūnosuke. Derramó lágrimas, que no pudieron ser ocultas de Dazai.

— Eres... ¿Ese doctor? Pero... Eras muy joven en aquel entonces... Diría que de mi edad... ¿Cómo es que tú..?

— Soy un prodigio, Chūya. Tengo veintidós años, tu misma edad. Yo... Lloré débilmente una vez saliste del hospital, imaginando lo que sería de mi vida a esa edad si fuera un Omega.

Chūya limpió sus lágrimas con su antebrazo, y sonrió. Miraba lo feliz que se encontraba Ryūnosuke jugando con el peluche, era lo que más le hacía feliz en el momento.

— Yo... Estoy muy agradecido. Gracias a tí, Ryū se recuperó de sus pulmones y... está sano. Míralo, ahora se siente feliz, y eso es algo que...me emociona mucho.

Sonrió ligeramente. Dazai también.

— Pero... ¿Habrá una manera de evitar más embarazos? Hace un rato, ellos...

— Tranquilo, Chūya. Ya te administraré algo.

— Y una cosa más... ¿Es posible un medicamento que evite ser percibido como Omega ante todos?

— Eso... No es cosa de medicamentos. Sólo tu pareja predestinada puede hacerlo. Claro, cuando la tengas.

Respondió amable, yendo hacia el otro medicamento a la planta baja de la casa.

— ¡Mami! ¡Dazai-san es muy bueno! ¡Mira lo que me prestó! ¿No es bonito?

Mostraba el peluche con aquel entusiasmo de tener un juguete por segunda vez en su vida. Chūya le sonrió.

— Es muy lindo, Ryū.


El Cupido Azabache Where stories live. Discover now