17

734 102 32
                                    

Era el primer día de secundaria de Ryūnosuke. Estaba algo nervioso de no conocer a nadie, pero si en los recesos podía encontrarse con Kunikida, eso le aliviaba.

Salió del aula en busca del rubio, siendo precavido con las escaleras. Por su condición, una caída de tal altura podría ser fatal.

— ¿Hola?

Se le acercó una chica de cabellera marrón, queriendo simpatizar con él.

— Hola.

Respondió serio. No le gustaba ser simpático con desconocidos, mucho menos si las intenciones de ese desconocido o desconocida eran emparejarse con él.

Siguió su camino, hasta ver a lo lejos al rubio de los ideales, haciendo unas anotaciones en su cuaderno. Sonrió.

— ¡Oye! No me has dicho tu nombre...

Se quejó la chica, acercándose con coqueteo.

— ¡Lo siento, tengo que ir con alguien!

Se alejó apresurado.

+++

Finalmente pudieron estar juntos. Empezaron a caminar a la zona natural de la secundaria, tomados de la mano.
No les importaba lo que pensaran los demás. Después de todo, ya eran pareja de Alfa y Omega unidos por el destino, y ahora debían estar más juntos que nunca.

Se detuvieron en una zona entre arbustos con flores, y Kunikida se situó frente al menor, aún sujetando sus manos.
Puso una flor de Sakura de adorno en el sombrero de Ryū (estilo Chūya). Sonrieron.

— Kuni... Hay algo que debes saber...

— Te escucho.

Debía admitirlo. Le daba un poco de miedo lo que Ryū podía decirle, por la manera tan seria en que era su semblante tan de repente.

— Mamá y papá te mintieron, pero ellos apenas lo acaban de descubrir también... El quinto hermanito...no era en realidad un hermanito, pero ahora sí lo será...

— ¿Eh?

— Tendrás un nuevo cuñado, Kuni... Otro cuñado bebé.

Dijo con voz tierna. Se puso de puntillas y rodeó con sus brazos del cuello del mayor, para besar sus labios con ternura, haciendo que Kunikida sonrojara de inmediato.

— Pero tú y yo, Kuni...

Se separó del abrazo, y sacó de su mochila una caja no muy grande, para entregársela a su Alfa.

— Para tí. Ábrela.

El corazón del rubio se aceleró. Tanto misterio era demasiado para él. Abrió cuidadosamente la caja y en su interior había un pequeño pastel de color amarillo, con un decorado de patito en pañal y con un biberón.

— ¿Q-Qué es esto, Ryū?

— Felicidades, Kuni. Vamos a ser papás. Mi bebé tendrá al mejor papá del mundo, y al más lindo.

Respondió sonrojado. Kunikida se quedó en shock durante unos segundos hasta que su reacción fue una bastante hermosa.

Derramó lágrimas tanto de miedo como de felicidad, y abrazó al azabache con toda su emoción, sin lastimarlo, y después de dejar el pastel en una banca cercana.

— ¿N-No es una broma?

— No bromearía con eso. Mamá y papá me lo dijeron... Ellos estuvieron cuidando de mí y del bebé cuando yo estaba inconsciente... Dijeron que me apoyarían, pero que Kuni hablara con sus padres para...

— Ellos no me apoyarán, Ryū. Mis padres me permitieron salir contigo con la condición de que yo no te marcara, ni mucho menos tuviera una nueva familia.

Apretaba sus puños, molesto, tenía una nueva razón para llorar, la ausencia de comprensión de parte de sus padres.

— Pero... Kuni, ¿tú sí...quieres estar conmigo y con el bebé?

— Claro que sí. No soy el tipo de Alfas irresponsables que existen en Yokohama. Lo mantendré oculto de mis padres.

— Pero yo no podré ocultarlo dentro de unos meses... Aunque... Mamá está embarazado, podríamos...

+++

Así lo harían. Con el embarazo de Chūya se ocultaría el de Ryūnosuke. Sería sencillo, pues ambos tenían el mismo tiempo aproximadamente de gestación.

Chūya y Dazai ya habían llorado mucho al enterarse del bebé de Ryū, pero estaban resignados. Lo apoyarían siempre y seguirían protegiéndolo, Ryū no era ningún adulto todavía como para apartarse de ellos y vivir con su nueva familia.

Ryū seguía siendo su principito.

El azabache había salido de vomitar, después de tantas náuseas molestas. Estaba llorando. Tenía horas con náuseas y mareos y no podía dormir.

Dazai y Chūya lo acompañaban en su habitación, queriendo animarlo o buscar una solución a su problema.

Mi príncipe, si te sientes tan mal, si crees que no podrás con el gran paquete que tú mismo encargaste, sólo dímelo. Papá puede autorizar un aborto ya que eres menor de edad. Aún estás a tiempo, Ryū.

Aconsejaba Dazai, limpiando esas lágrimas sentimentales de Ryūnosuke.

— Es muy feo, papá. Cuando vomito me duele... Pero quiero conocer al hijo de Kuni... Mamá, ¿sufriste mucho cuando yo venía en camino?

— El primer hijo es el que más hace sufrir, cariño. Ya que es algo nuevo en el cuerpo. Ahora con este sexto bebé, no siento absolutamente nada.

Respondió sincero.

— Mañana Ryū, ¿quieres acompañarme a comprar cosas para tus hermanos?

— ¡Sí! Creo que eso va a distraerme... Mamá...

Miraba hacia otro lado, con la cabeza agachada.

— Dime.

— Kuni dice que sus papás no estarán de acuerdo... Y que no va a decirles nada.. ¿Eso no trae más problemas? Una vez tú me dijiste que mentir y ocultar las cosas es malo...

Lloraba.
Chūya lo abrazó, besando su frente con cariño y dulzura.

— No te preocupes, cariño. Dazai y yo hablaremos con los padres de Kuni...

— El pelos de elote, Chūya.

Interrumpió Dazai.

— Sí, con ellos, para que también...

— Nos den dinero para el bebé.

Volvió a interrumpir, molestando al pelirrojo a propósito. Aunque tenían mucho dinero, Dazai sólo lo hacía por fastidiar y porque era lo justo.

— ¡¡YA DÉJAME HABLAR, DAZAI!!

Se quejó. Ryūnosuke rió divertido.

— ¡Mi amor, Ryū! ¡Reíste! ¡No llores más, hijo! ¿Ves cómo se puede hacer reír a los niños, Chūya? Incluso el insulto a su novio lo hizo reír. Ryū es una cosita tierna.




SIGO SIN INTERNET, Y ME QUEDA UN SUSPIRO DE MEGAS.

El Cupido Azabache Where stories live. Discover now