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Dazai y Chūya compartían cama, después de todo, el pelirrojo había sido marcado por Dazai una noche antes del nacimiento de Atsushi y ahora eran predestinados. Aunque eso no significaba que iban a suceder muchas cosas íntimas entre los dos, pues Dazai respetaba todo aquello por lo que su ahora pareja había pasado.

Abrazaba a Chūya por detrás, con sus pijamas puestos y envueltos en un cobertor. Recargaba su mentón en uno de los hombros de Chūya, sin incomodarlo.

— Dazai. Estuve cinco meses en coma, ¿p-pudiste estar sin mi? ¿En verdad no hubo alguien más en mi ausencia?

Dazai sonrió y lo abrazó con más fuerza sin lastimarlo.

— Claro que no. Ya te dije que soy un alfa que no necesita de sexo para vivir. Ahora tú y los niños son mi fuente de vida, Chūya. Su compañía y su amor, es todo lo que necesito.

Dijo en voz baja. Chūya se sonrojó, pero sin ser visto por el médico. Sentía cariño, amor y protección de parte de Dazai. Y él le correspondía. Después de sus vivencias tan terribles, siempre pensó pasar el resto de su vida sin una pareja, solo con Ryūnosuke. No creía necesitarlo, incluso creía que si tenía una pareja seria igual de abusador como cualquier otro alfa que se había topado en su camino. Pero desde que conoció a Dazai, sus pensamientos cambiaron por completo. Aún existen alfas buenos con mentalidad de cuidar de un Omega en vez de dañarlo.

Gracias por tu amor, Dazai. A pesar de que mis niños no son tus hijos, tú... Has demostrado quererlos como propios, y estoy muy feliz y agradecido por eso. Mis pequeños están creciendo con el amor de un padre que sí vale la pena. Con un hombre maravilloso como tú.

— No hay nada que agradecer. Me hace feliz ser el padre de tus hijos, Chūya. Cuando te sientas seguro, planeamos nuestro matrimonio, ¿está bien?

— Lo haré gustosamente.

+++

Ryūnosuke y Atsushi compartían habitación. El bebé albino dormía en su cuna, mientras que Ryū tenía una cama de tamaño grande para él solo, rodeado de peluches y almohadas.

No pasó mucho tiempo cuando Ryūnosuke despertó con un malestar derivado de su enfermedad de nacimiento, misma que había sido controlada, pero tenía sus recaídas.

M-Mamá...

Se esforzaba por hablar, tosía mucho y salía sangre de su toser. Se levantaba con cuidado de la cama, dejando algunas manchas de sangre en el edredón.

Se puso sus pantuflas y caminó con dolor en su espalda, realmente en sus pulmones, hacia la habitación de los adultos. Se detenía de la pared, estaba débil y su respiración algo agitada. Empezaba a marearse. No era la primera vez que sufría una recaída, tuvo cuatro en los meses que Chūya estuvo en coma.

— ¡D-Dazai-san! ¡Ma-mi...!

Finalmente había llegado, sus pantuflas salían de sus pies. Tocaba la puerta con insistencia hasta que despertó a ambos. Su piel estaba más pálida de lo normal y se desvanecía poco a poco, queriendo resistirse apoyado en la pared.

Chūya lo sostuvo de inmediato poniéndose a su altura. Lo levantó en brazos y Ryū ya había quedado inconsciente.

— ¡Cariño, Ryūnosuke! ¿Q-Qué tienes? ¿Qué le sucede, Dazai? Está muy mal, está...

— Dámelo, Chūya. Lo llevaré al hospital de casa. Es una recaída por su enfermedad en los pulmones, ¿La recuerdas? En aquel entonces de su nacimiento yo te informé de que sus pulmones no eran normales como los de cualquier otra persona. Pero estará bien, esto no es mortal.

El azabache pasó de los brazos de Chūya a los de Dazai. El pelirrojo tenía el corazón acelerado por el susto que le causaba pensar en la condición de los pulmones de Ryū.

T-Te acompaño.

— Ya pasé por esto con Ryū meses antes, Chūya. Deberías cuidar de Atsushito ahora que estás mejor. Sino, tendré que despertarlo y es un bebé que necesita dormir.

— P-Pero... Tengo que estar al tanto de Ryūnosuke también. Me preocupa.

— Prometo que estará bien. Cuida de Atsushito, y si te hace sentir mejor, cuando despierte vienes al hospital.

Dazai se apresuró al hospital que tenía en casa. Sabía lo que tenía que hacer, tenía todos los aparatos necesarios para mejorar los pulmones de Ryūnosuke. Por suerte, él más que nadie conocía la enfermedad extraña de Ryū, ya que estuvo desde su nacimiento y podía tratarla de mejor manera.

+++

Por su parte, Chūya esperaba en la cama de Ryū, noticias que tardarían en llegar. Lloraba, mientras abrazaba un peluche de Ryūnosuke, el mismo peluche que Dazai le regaló cuando se conocieron.

— Mi Ryū...mi niño... Tienes que mejorarte. Eres fuerte. Eres mi vida entera...

En ese momento, Atsushi despertó, quejándose para seguir con su llanto de media noche desde su cuna. Fue un llanto repentino que asustó a un distraído Chūya.

— ¡Me asustaste, estúpido! ¿Por qué despiertas a esta hora? ¿Acaso no sabes que tu hermano mayor está enfermo?

Atsushi siguió llorando. Quería atención. 

— Es verdad, no lo sabes...

Disgustado, se levantó de la cama y fue por Atsushi y el biberón. Revisó su pañal, estaba limpio, así que regresó a la cama para recostarse con el menor, dejándolo en medio.
Acomodó su gorrito de tela con orejas de tigre, y dió un pequeño toquecito en su nariz. Atsushi estornudó.

— No llores, amor. No son horas para estar despierto. ¿Crees que yo, Chūya Nakahara, quiere estar despierto a estas horas de la noche, sólo porque tú no quieres dormir? Estás muy mal, Sushi, muy mal. ¿Me tomas por vampiro?

Atsushi dejó de llorar, había estado poniendo atención a las palabras de su madre sin ni siquiera comprenderlas. Le sonrió. Los ojos de Chūya se iluminaron al ver esa sonrisa a la luz de la lámpara de la habitación.

— ¡¡Que hermoso!!

Recibió un mensaje de parte de Dazai, diciendo que Ryūnosuke había despertado y estaba mucho mejor. Desde luego, Dazai sabía cómo llevar en control la enfermedad de Ryū sin perjudicarlo más.

+++

— Dazai-san, ¿ya me vas a quitar la jeringa? Me duele la mano...

Se quejó el niño. Sus ojos estaban húmedos, queriendo derramar lágrimas por el dolor de la aguja clavada en su vena.

— En diez minutos más, principito. Ya le avisé a mami Chūya que estás bien, y él podrá sentirse tranquilo también.

El Cupido Azabache Where stories live. Discover now