14

859 123 27
                                    

Kunikida quería alejarse de Ryū tras escuchar los gritos de parte de Chūya, pero el azabache lo abrazaba, aferrándose a él.

— Kuni, no... Mamá sabe que somos novios, no estamos haciendo nada malo... No me lastimaste...

Decía suplicante, con sus ojitos llorosos, jalando de uno de los hombros del rubio.

— Es mejor que me vaya... Seguiremos en contacto, Ryū.

Le sonrió nervioso, teniendo a que los padres de Ryūnosuke les cortaran todo tipo de comunicación. Chūya lo apartó de ahí inmediatamente hasta sacarlo de la casa.

+++

Minutos más tarde, Chūya estaba en la habitación con Ryūnosuke, hablando sobre eso. Aprovechaba que los trillizos y Atsushi se habían quedado dormidos.

Chūya había obligado a Ryū a darse un baño, para eliminar "los gérmenes" de Kunikida de su cuerpo. Y ahora cepillaba su cabello, como en tiempos pasados cuando Ryū era un niño pequeño.

— Ryū. Explícame. Kunikida es de secundaria, es dos años mayor que tú. ¿Cómo puedes dejarte llevar por la estúpida calentura, Ryū? No seas como esos Alfas y Omegas que necesitan del otro para complacerse.

Regañaba Chūya, notando las lágrimas que el azabache derramaba mientras lo escuchaba con atención.

¿Sabes lo que les pasa a los Omegas calenturientos, Ryū? ¡Se convierten en madres! Son abandonados por los Alfas causantes de todo eso, y andan solos por la vida con sus bebés. ¿Quieres eso? ¿Quieres ser madre, siendo un niño? ¡Entonces te regalo a Atsushi!

Ryūnosuke lloraba más, abrazando una de sus almohadas. Ese último comentario le hizo creer que su madre sólo quería a los hijos de Dazai, y no a él ni a Atsushi por ser hijos de otros Alfas.

— Mamá... Soy obediente en la escuela, tengo cien de calificación, me gusta mucho estudiar y, sé dibujar muy bien, así que seré un mangaka cuando sea más grande.

Chūya rió nervioso.

— ¿Mangaka? ¿Tú? Si sigues dejándote llevar por tus instintos, terminarás con diez mocosos, estudios inconclusos, y cero mangas. Así que, aléjate de Kunikida y de cualquier otro Alfa. Toma tus supresores.

— Mamá...

Talló sus ojos con sus manos para limpiar esas lágrimas.

— ¿Ahora qué sucede, cariño?

Preguntó más tranquilo, terminando de cepillar la cabellera de Ryū.

¿Quieres más a los trillizos que a Atsushi y a mí?

+++

Al anochecer...

Prestándole mayor atención que antes, ambos padres fueron a la habitación de Ryū a darle su beso de buenas noches antes de irse a dormir.

— Papá.

— Dime, principito.

El Cupido Azabache Donde viven las historias. Descúbrelo ahora