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Generalmente, el primer celo en Alfa, Omegas y Betas iniciaba entre la once y trece años de edad. La edad más peligrosa de ser atacado o de atacar a un inocente.

Chūya y Dazai convivían con sus pequeños niños, jugando con ellos con los juguetes y pasando momentos agradables.

Atsushi "dirigía" un tren a control remoto, sólo moviendo la palanca de hacia adelante. Sakunosuke quería hacerlo.

— Atsushito, ¿le prestarías a Saku-kun el control remoto un momento? El de él recientemente se rompió.

Dijo Dazai, siendo amable con ambos niños y apartando de las manitas de Atsushi el control remoto. Ahora Sakunosuke lo tenía en su poder.

El albino empezó a derramar lágrimas y a quejarse. Se había estado divirtiendo bien hasta ahora, ¿Por qué le quitaban su juguete? Se vió en la necesidad de llorar.

Dazai, ¿Por qué hiciste eso? Es cierto que Sakunosuke quiere jugar pero... Hay otro tren en la habitación nuestra.

Dijo Chūya con seriedad. Tomó a Atsushi en brazos y limpió sus lágrimas con sus pulgares.

— Sólo era un momento, Chūya. Además.

Se levantó del suelo, para acompañar a su amado hasta la habitación. Una vez allá, sacó de una bolsa un nuevo tren más atractivo, y su control remoto, acercándolo a las manitas de Atsushi, quien tenía sus ojitos brillosos y estaba alegre.

— Yo tenía uno mucho mejor para Atsushito. ¿Te gusta, hijo?

— ¡Shii! ¡Me gushta mucho, papi! ¡Gashiash!

Respondió sonriente. Chūya lo bajó al suelo y dejó que el niño saliera de la habitación para cerrar la puerta.

— Eres un buen padre. Estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por mí... Por los hijos que... No engendraste.

Estaba ruborizado. Se sentó en la orilla de una de las camas, con una sensación de paz y felicidad. Se recostó, y empezaba a sentir algunos síntomas del celo.

— El amor no es sólo sexo, Chūya. Ni tampoco la sangre es necesaria para amar a alguien y convertirse en su padre. Tus hijos son mis hijos, Ryū, Atsushito, los trillizos... Yo soy muy feliz de tenerlos a los seis. Son mi orgullo.

Percibía el aroma agradable del celo de su pareja, pero lo ignoraba. Él nunca quiso ser insistente en eso, y mucho menos por el terrible pasado de su Omega. Pocas veces han tenido relaciones por la misma razón. Chūya no se sentía cómodo haciendo eso.

— G-Gracias... Por cierto, Ryū no ha regresado.

+++

Ryū y Kunikida terminaban de asear la cabaña. Había quedado reluciente en ocho horas que estuvieron limpiando. Estaban exhaustos.

— Kunikida, ¿Estás listo para conocer a mamá y papá?

— Creo, sí... Si no dan miedo, está bien...

Ryū se puso su gorro del estilo de Chūya en su cabeza, y salieron de la cabaña, satisfechos por su arduo trabajo.

+++

Al llegar a la mansión...

Bebés rodeaban la sala y la cocina. Bebés que se acercaban al chico rubio y lo intimidaban.

— ¿Quiellesh?

El pequeño Poe le ofrecía de su biberón con la mitad de leche a Kunikida, quien sólo los miraba nervioso.

— N-No, gracias...

— ¿Jugamosh?

Atsushi se acercó a él y tomó asiento a su lado, prestándole su tigre de peluche.

— Un rato más...

Inventó.

— ¿Te guutan das muñe-cas?

Se acercó Lucy con una de sus muñecas, poniéndolas en el regazo del rubio, quien ya se sentía invadido.

Sakunosuke se sentó a su lado a beber su leche del biberón, sin decir una palabra. Todos estaban junto a Kunikida hasta que Ryū salió de una habitación con Dazai y Chūya.

— Mamá, papá, él es Doppo Kunikida, mi novio...

Presentó sin más, siendo sincero y seguro de sus palabras.

Ambos adultos fruncieron el ceño algo molestos, sobretodo Chūya.

— ¡Ryūnosuke Dazai! ¡Tú no puedes! ¡Tienes doce años!

— Cuidaré bien de Ryūnosuke, señor. Cómo él ha cuidado de mí.

Opinó Doppo, haciendo una reverencia aún con nerviosismo.

— Chūya, la condición de Ryū, nunca me la dijiste.

Dazai estaba confundido. Sería un peligro Ryū con novio. Quería saber de su condición cuánto antes para tomar medidas y alejar a Kunikida de ellos. Si es posible, mudarse.

— Oh, cierto, Ryū es un...

El Cupido Azabache Donde viven las historias. Descúbrelo ahora