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Tras escuchar la voz de Evan y su última frase me siento un poco abatido y no quiero estar en su lugar, no quiero sentirme eufórico y triste y refugiarme en las drogas. No me preocupo por él exactamente, sino por lo que pueda pensar Willow. Sus palabras me hacen sentirme un poco mareado lo que hace que mis ojos se cierren y coja un poco de aire antes de poder darme media vuelta y descubrir el semblante pálido de mi novia.

Ella se acerca a mi lentamente acariciando con sus dedos la piel de mi mano. Niego con la cabeza y finjo una pequeña sonrisa antes de invitarla a prepararse para irnos a disfrutar nuestro último día. Eso. Es nuestro último día solos y lejos de los demás y no voy a permitir que nadie nos lo arruine. Me dirijo hacia mi maleta y observo a Willow, quien me imita con una sonrisa amplia y con un brillo en los ojos cuyo no quiero que nadie vuelva a apagar.

– ¿Qué es lo que tienes pensado, querido? – pregunta pronunciando la última palabra con retozo, alzando sus cejas y esperando una respuesta mientras rebusca en maleta.

– Bueno... – comienzo siguiéndole el juego. –, tengo pensado hacer muchas cosas.

– Vale, si insisto, ¿no me lo dirás?

– ¿Me ves con cara de decírtelo? – la miro directamente a los ojos antes de tomar con mis manos ropa limpia. Ella niega inflando sus mofletes. – Genial. Me alegro que lo sepas, cielo.

Ella se sonroja tratando de ocultar su rostro bajo su cabello mientras que yo opto por acercarme y besarle los labios con total dulzura, permaneciendo unos segundos hasta que ella decide introducir su lengua en mi boca y profundizar en el beso. Dirijo una de mis manos hacia su cuello deslizándola sobre su cálida y erizada piel hasta llegar a enredar mis dedos con su cabello suave y liso cayendo por sus hombros. Siento como se estremece bajo mi mano, puedo llegar a notar como su aliento se esfuma y como su pecho se mueve debido a su acelerada respiración. Seguidamente, bajo mis besos hacia su cuello escuchando como su primer jadeo invade la habitación.

Retiro mi ropa hacia un lado y tomo su cabeza y su cintura para tumbarla debajo de mi en el suelo, sin dejar de besar su cuello. Escucho su risa tímida y río con ella, esta vez hincando mis dientes en su cuello. Willow me abre paso separando sus piernas a cada lado, me aproximo a ella sintiendo como a medida que pasan los segundos soy un sumiso del descontrol. No obstante, me detengo. Quiero mantener el control. Observo como sus párpados se abren y me muestran sus pupilas dilatadas.

WILLOW. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora