Después de una noche larga y oscura surge la incertidumbre de tus actos. Lo único que recuerdas es una pluma negra y unos ojos cuyos no sabías que en ellos se encontraba el mismísimo infierno. Con todo lo ocurrido no puedes confiar de la misma maner...
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La pintura está rasgada en pedazos a punto de caerse como también lo está mi corazón. Siento mis piernas totalmente debilitadas, como si estuviera a punto de desplomarme en el suelo húmedo de mi oscura habitación. Todo en este lugar está oscuro desde que mi peor pesadilla se hizo realidad el ocho de agosto de este mismo año. Para ser honesta, ha sido el peor de todos los años. Mi madre estaba decidida a abandonarme cuando más la necesitaba. De hecho, le pedí que lo hiciera. Vi el temor en sus ojos aquel día en que por fin escuchó mis palabras por primera vez. Ya le había dicho todo lo que pensaba de ella, pero nunca me escuchó. Simplemente, asentía con la cabeza fingiendo estar prestándome atención. Recorro la habitación con lágrimas en los ojos mientras que recuerdo mi infancia en ella con anhelo. Me gustaría que las cosas fueran como antes. La luz estaba apagada al igual que los objetivos que apunté en este mismo diario. ¿Dónde se quedó la valiente de Willow cuando la débil de ahora la necesitaba? Ni si quiera la Willow de antes podía con este sufrimiento.
