Después de una noche larga y oscura surge la incertidumbre de tus actos. Lo único que recuerdas es una pluma negra y unos ojos cuyos no sabías que en ellos se encontraba el mismísimo infierno. Con todo lo ocurrido no puedes confiar de la misma maner...
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La oscuridad es ahora mi mejor amiga, es en ella donde habito para esconder las emociones y enterrar mis sentimientos mientras me pierdo en las alucinaciones de la droga bajo la lluvia de una tormenta eléctrica. Del mismo modo es la sensación que siento cuando estoy cerca de Willow. Últimamente no puedo pasar tiempo con ella, verla con otro me destroza por dentro. No soy capaz de soportar eso. ¿Pero qué otra cosa puedo hacer?
Soy un imbécil. Ningún otro chico rechazaría a una chica como ella; preciosa, tierna, inteligente, sensual... Sin embargo, soy el único gilipollas que le cede el paso a otro chaval. Me deslizo por la pared del oscuro callejón, hasta sentarme en el suelo con una cerveza en la mano a la vez que el agua baña mi rostro. Me pongo la capucha de la sudadera y estiro levemente mis piernas, le doy un largo trago a la lata echando la cabeza hacia atrás, siendo atrapado por todo aquello que tiene la noche.
Cuando creo sentir que los efectos de mi adicción disminuyen me dispongo a dar un paseo por las calles solitarias, dejando que el agua que se forma en las aceras inunde mis zapatillas y los truenos suenen como una melodía en mi cabeza. Comienzo a sonreír como un puto loco, intentando aliviar el dolor de mi corazón cuyo se está haciendo imposible sanar.
Al cabo de unos minutos, giro una esquina chocando de golpe con una joven de menor estatura que yo. Su paraguas se clava en uno de mis ojos y tiendo a agacharme mientras me tapo este y me quejo de dolor. De mi boca no salen otra cosa nada más que groserías. ¿Por qué seré tan estúpido? ¿Es por eso que Willow no me quiere? ¿Es por ello que no me ha elegido a mi? ¿Ha visto lo imbécil que soy y ha decidido buscar algo mejor?
