Capítulo 5: El reflejo en los ojos de Kal

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Como ya le era costumbre, Até se había levantado a las siete y media de la mañana para prepararse para el colegio. Ya había pasado una semana desde su extraño desmayo y las cosas iban... considerablemente mal. Siempre sentía una presencia a su lado, a veces tenía una sensación parecida a la de un deja vú y veía a la chica rubia de ojos negros sonriéndole de manera siniestra y escalofriante, así como también la chica aparecía y apuntaba a ciertos lugares en donde ella se encontrara, era bastante extraño, pero Até siempre recordaba que la última vez que dejó de mirarla, la chica rubia se había lanzado contra ella, así que solamente mantenía el contacto visual.

Por más asombroso que pareciese, la chica de sonrisa amarilla y contorsionista se cansaba de cómo Até la ignoraba, pues su sonrisa cada vez iba desapareciendo cada vez que visitaba a la ojos bicolor. El poder de la rubia no iba a ser eterno y su paciencia tampoco, así que hoy era el día en que de verdad tenía que enfrentar a Até, las semanas no podían seguir pasando y que la chica siguiera asustada.

Kal — el nombre verdadero de la chica rubia — tenía que cumplir el segundo paso de su misión, debía  hacer que Até girara de una vez por todas, porque ahí vería a Éter. Kal, por decirlo de alguna manera, reproducía hologramas de la gente en diversos lugares del mundo, entonces proyectaría a Éter frente a Até, ahora que fuese la chica quien atase los cabos sueltos que quedaran.

Até Amery estaba ya en su escuela, tratando divisar el colegio frente a la espesa niebla, y una idea rara, quizás cruel, pasó por su cabeza, por primera vez después de todo lo que había vivido, no le asustó el pensamiento, todo lo contrario, la curvatura derecha de su labio se elevó, dándole un aspecto siniestro y maquiavélico.

Como si fuera poca cosa, busco las voces de Tessa y Oliver, los chicos que la molestaban con más frecuencia, y de hecho, Até tardó muy poco en encontrarlos, pues la risa estúpida de Tessa había llegado a sus oídos, casi causándole una jaqueca por la agudeza hipócrita en el tono.

Se guio por la alarma que tenía por voz y los observó platicar como si el mundo fuese de ellos y de nadie más. Se despeinó con tal que algunos rulos alborotados tapen su rostro para que no vieran sus inusuales y reconocibles ojos heterocromáticos para sonreír como pequeña que va por su dulce. Y, sin más, se arremetió contra ellos dos y se deleitó con el sonido hueco de los cuerpos caer con tanta facilidad que le sorprendió.

Los pateó como si su vida dependiera de ello con una sonrisa. Recordando las horas que la tenían frente a un inodoro y hundían su cabeza en el agua sucia, apenas dejándola respirar. Los meses que tuvo que soportar los murmullos en los pasillos y la palabras horribles, hasta insinuaciones morbosas porque llegaron a verla como un simple objeto. Y los años con el miedo a entrar a la escuela, a seguir siendo pisoteada mientras guardaba el rencor. La quemaron, humillaron, ultrajaron y llamaron escoria, y lo más doloroso aún, los agresores no estaban más rotos que ella.

Se dejó llevar entre patadas y golpes sin fin, oyendo los quejidos y viendo las gotas de sangre que le salpicaron en la zapatilla. Por último, les escupió a dos cuerpos inconscientes. Era una fiera y bestia indomable.

Sin duda, no hay algo mejor que los finales felices.

Pero Até no se quedó ahí, tomó las mochilas de sus compañeros y al ver que unas personas se acercaban curiosas corrió, no para escapar, sino para tirar las mochilas al basurero.

Satisfecha limpio sus manos y se adentró a la escuela, ignorando a quien pasara a su lado corriendo a ver a los heridos.

Éter, por otro lado, se encontraba más animado, pero la chica rubia aún se le aparecía entre las sombras o la niebla. Solo le veía el rostro agrietado y a veces apuntaba a ciertos lugares, pero el chico, lleno de miedo, se paralizaba y no podía quitar la vista de Kal hasta que ella se "Desvanecía".

Até | Mestizos IWhere stories live. Discover now