Capítulo 18: Aún no

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Lo iban a matar.

Va a morir.

¡Morirá la Elemental Luz!

Porque esos ojos de manera contraria en colores a los suyos, el cabello negro con rizos, la altura, las ojeras que le daban un toque siniestro a su fino rostro y las mejillas rojas como si hubiesen quedado en forma de marca al llorar cada noche.

La chica que el monstruo de ojos negros le mostraba estaba a muchos metros de él, pero existía. Era real, tan real que sentía la curiosidad y rechazo brotar de sus ojos castaño claro y azul sombrío. Con un jersey morado oscuro y bastante ancho cubriéndola, haciendo combinación con unos pantalones de mezclilla negros y unas zapatillas del mismo color.

Éter la tiraba de un risco.

Éter escuchaba nítidamente el grito que la chica soltaba al caer.

Y él no podía negar el parecido que tenían la niña de sus recuerdos a la chica adolescente de al menos su misma edad frente a Luke, ya que Éter iba detrás, pero no lo suficiente como para ocultarse.

Ya no valía la pena hablar ni llegar a un trato con Sofía con tal que no se fuese a chivar con sus superiores que Éter los tenía calificados como "los malos" porque allí su mayor problema era Até, quien lo miraba con el mismo instinto que siempre le abordaba cuando él andaba cerca. Matar.

Los pequeños y frágiles brazos de oscuridad que Luke había logrado invocar se estaban escondiendo otra vez entre las sombras, creyendo febrilmente que aquello era normal en cualquier mestizo, que no por tener diferentes habilidades a la suya él era el malo. Todo lo contrario, hasta ahora se tragaba las palabras de Luke, aunque admitía que habían veces que no sabía sí eran del todo peligrosas o debía temerles.

— Rei-reina — titubeó Luke de manera susurrante.

La chica ni Sofía lograron vislumbrar siquiera lo que Luke había pronunciado en tono confidencial para sí mismo, olvidándose, supuso Éter, de que él estaba detrás.

En acto de pánico, Luke subió una mano y empezó a moverla en señal de saludo, pero no era para ni una de las chicas, sino para quien quiera que estuviese más allá. Y tuvieron suerte, un poco, porque venía una pareja de niños, pero ni uno le vio y Até tampoco despegó la mirada de Luke, quien le traía aires de familiaridad, mucha, pero aún más le era Éter, quien estaba confuso y sin saber cómo avanzar en aquel tablero de ajedrez con tres bandos.

— Yo a ti te he visto en algún lugar — dijo Até, pero nadie supo a quién le decía exactamente.

Luke se apuntó a sí mismo con una mano.

— ¿A mi? — preguntó, pero luego lo vio sonreír de oreja a oreja — ¡Claro! Pero sí tú eres Até Amery, la hermana de Zeus.

El chico recalcó el nombre verdadero del hermano de Até, siendo un gesto muy hábil para hacer creer que sí eran conocidos.

— ¿Y tú eres..?

— ¡Soy Luke Thompson! Fui buen amigo de Zack.

¿Zack? ¿Y ahora de quién hablan? Se preguntaba Éter.

Até relajó su mirada, pero se notaba a leguas que estaba muy tensa, mientras que Sofía se había limitado a apegarse a un rincón de una casa color crema.

— ¿Cuándo fue eso?

Observó a Luke dudar.

— Como a los seis o siete años. Recuerdo que a los ocho me tuve que cambiar de ciudad y se cortó la comunicación entre nosotros.

Até | Mestizos IWhere stories live. Discover now