Capítulo 7: Morfeo

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Esa noche, después de la discusión que Até tuvo con Nico, ella estaba mirando el techo de su habitación, la hora pasaba de las doce, y su mandíbula se tensaba al recordar toda su vida siendo desplazada por su hermano, a quien no le tenía ni un mal — quizás —, Más era la importancia de saber que nunca le vieron como una hija para darle el amor de Zeus a ella. Compartir. Eso hubiese querido, pero fue desplazada y todos los sentimientos que se había guardado habían explotado de manera estrepitosa.

Se sintió entrar en un trance al sentarse en la cama, estrujar el edredón con una mano y una almohada con la otra.

Se sentía rechazada, triste, molesta pero con mucho coraje. El pecho le dolía de impotencia, ella no podía cambiar las cosas, quería, pero ella no sabía que podía. La primera lágrima cayó por su mejilla, pero al llegar a la altura de la nariz con su mano derecha la limpió, en un acto de fortaleza, porque estaba confirmando lo que no quería, saberse menos que Zack. Quería vengarse de todos y cada uno de los que la trataron mal. Lo anhelaba con su alma, porque estaba tan rota que confundía la tristeza con la fortaleza sentimental.

Sintió un gran dolor en el pecho, y emitiendo un grito ahogado puso su mano en el lugar afectado, tratando de respirar con normalidad, pero sentía que se ahogaba en su miseria mientras cada segundo pasaba y la molestia seguía ahí, acechándola igual que Kal desde las sombras con una sonrisa de —afortunadamente — boca cerrada.

Até cayó hacia delante con las mano en su pecho, cerca de la garganta, sentía como si las estrangularan o tuviese un paro cardíaco. No sabía cómo se sentía exactamente ni una de las dos, pero por lo que entendía, podría describirlo con ambas palabras, e incluso peores.

De repente se echó hacia atrás, como si una fuerza invisible le tomase de la cabeza y le tirase, mientras que de su pecho salió una tiniebla negra como una sombra. Até no podía respirar con normalidad, lo hacía agitada y entrecortadamente, pero aterrorizada pudo ver la negrura que salía de su cuerpo, dirigiéndose a la puerta cerrada tal y como unas serpiente que flotaba en el aire y se amoldaba a la cerradura. También por el espacio entre la parte baja de la puerta y el piso la negrura pasó sin dificultad, incluso hubieron partes en donde atravesó la propia puerta de madera.

La oscuridad recorrió el pasillo, enroscándose en algunos floreros y disfrutando las umbrías esquinas, así llegó a la habitación de los padres de Até, que dormían de espaldas cada uno y con la cobija hasta la cabeza. Entró tal y como salió del cuarto de la chica, por la cerradura y otros orificios, mientras Kal sonreía siniestramente recorriendo por las sombras los brazos de obscuridad que se dispersaba como humo de un tóxico cigarrillo.

la negrura se aferró a los cuellos de Nico y Kevin, ambos de sueño profundo, extrañamente se despertaron abruptamente al sentir la falta de aire en sus pulmones. Con los ojos desorbitados y las caras moradas miraron a su contiguo, esperando a pedirle ayuda, pero vieron que estaban en la misma situación.

Las manos de Kevin fueron directo a su cuello y tocaron la sombra que los tenía presos, debatiendo entre la vida y la muerte. Era áspero, y un sentimiento de tristeza y vacío se acentuaron al tacto. Era un momento desesperante, horrible, y de saber que Até los estaba ahorcando ella misma, ahora mismo sería innegable que estaría una gran probabilidad en que ella sonriese, pero ahora Até no estaba en sus cinco sentidos, no sabía que siquiera estaba tocando el asqueroso cuello de Kevin.

La cara de Nico estaba morada y roja, igual que la de su esposo, ambos solo trataban de luchar contra lo que estuviera matándolos, pero las lágrimas volvían todo borroso y trataban con toda la lógica de hacer la silueta de alguien que los ahorcaba, el razonamiento se negaba rotundamente a aceptar que era una cosa oscura.

Até | Mestizos IWhere stories live. Discover now