Capítulo 17: El encuentro de las sombras

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La chica sonreía orgullosa, dándole un toque nuevo y un poco extraño a sus ojos, que brillaban por el balde de autoestima que entre ella y Draven habían logrado subir, pues él le felicitaba constantemente con tal de mantenerle la sonrisa de dientes parejos y verle un poco relajada, porque apenas el entrenamiento había comenzado, Até se había tensado, pero venía un aire fresco consigo, cosa contradictoria, pero no fue desapercibida por Draven, quien admiró verla un poco más relajada al aplastar a la manzana usando sus brazos de tinieblas, pero también la había pulverizado y abrazado a tal punto que la convirtió en sombra, sin embargo, había algo que el chico quería probar, quería ver cuán lejos llegaba el poder de Até y qué podía hacer con el.

— Conviértela en sombra.

Até lo miró extrañada. Ella ya lo había hecho.

— No con el método que usaste — siguió diciendo Draven al ver la cara de confusión —. Haz que la propia sombra de la manzana consuma el volumen de ella.

— Eso... ¿Eso se puede hacer?

— ¿Para qué crees que existes? Tienes un propósito, controlar, crear y destruir con las sombras y la oscuridad, ¿Crees que iras que lanzar brillitos con esos monumentales poderes? — preguntó irónicamente el chico.

Até frunció el ceño, solo para ocultar que bajo aquellas palabras se hallaba entrelíneas la frase: "Matarás, porque para eso estás aquí" pero igual hizo el ademán de seguir cuestionando, con el afán de saber hasta qué punto Draven le podía contar ciertas cosas.

— ¿A qué te refieres? ¿Mutilar? ¿Exterminar? ¡No! ¿Matar...?

Advirtió que al chico no le gustaba hablar de eso, ya que contraía la mandíbula y entrecerraba los ojos de manera juzgadora. Até hizo muchas suposiciones, pero la que más le interesó era sobre que Draven, en verdad, no quería estar en aquel lugar, en ese bando, como si no se sintiese a gusto ni le acompañara la manera tenebrosa que le ponían en doctrina, porque sospechaba seriamente que el bando tenía algo como una reglas que se tenían que seguir para permanecer, no en el grupo, sino en la vida.

— Sí, Até, eso es lo que harás, y no les va a importar si no quieres o debes.

— ¿Para quiénes o a quién le sirves? — inquirió.

— No es momento de saberlo — respondió él —. Pero te aseguro que lo conocerás.

— ¿Lo? ¿Es un hombre?

— Es un dios.

Até asintió y rodó los ojos, no se refería al término "hombre" para los humanos, sino al sexo biológico, pero tenía que admitir que la conversación tenía toques dramáticos que Draven parecía gustoso en seguir y agregar.

— Ya, ya. Eso lo sé, solo, ¿Qué dios es? No creo que sean los buenos.

— ¿Acaso los hay?

La chica sonrió mientras que la habitación comenzó a tornarse más oscura y se concentró en la milésima manzana, pensando solamente en qué quería que se convirtiera, y, de repente, la sombra empezó a subir, tapando a la fruta. Solo tardó unos largos minutos, pero lo logró, ganándose una mirada de felicitación de Draven, quien tocó la manzana y se esfumó en el aire, convirtiéndola en una estela que se dirigía al rincón más oscuro, haciendo la sombra más grande aún.

— Avanzas muy rápido. Me quedaré sin ejercicios pronto, así como las respuestas de tus preguntas también se resolverán en lo próximo, por favor, no seas tan obvia a un interrogatorio — comentó el chico tomando su mochila para irse, de paso sacando una sonrisa a Até.

— Tú tampoco eres demasiado... Despistado.

Draven le miró antes de marcharse, con una sonrisa juguetona bailando en sus labios rosados, porque estaba encantado de ver a una chica con un buen progreso emocional, ya que se veía feliz, plena, como si ya no fuese la del perfil que le mostraron mientras entrenaba, la que era melancólica y tímida, ahora se veía fuerte y se le observaba disfrutar de ello. El chico en verdad estaba feliz por ver a Até y admirarse con ella.

Até | Mestizos IWhere stories live. Discover now