Capítulo 22: La reina no se hundirá contigo

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¿Por qué la veía con ese brillo en los ojos? ¿Era admiración u obsesión enfermiza? ¿Qué pasaba por la macabra mente del rey Hades? Esas tres preguntas flotaban molestas por la mente de Draven, que se encontraba frustrado en la antigua habitación que compartía con Jack.

— No estés tan silencioso... Ya superé con Ellery el episodio con Até si es lo que te preocupa, pero lo mejor había sido alejarnos, además lo resolviste bien solo, tanto, que Eleanor solo les observó de lejos con tal que la situación no se escapara de tus manos — admitía Jack con voz trémula.

Draven soslayó en dirección a Jack.

— No me acordaba de Eleanor — admitió —. Sólo de Elly y de ti. Ustedes son mis amigos más cercanos.

La voz de su amigo le cayó como balde de agua fría. Hace tanto tiempo que no la escuchaba que Jack no pudo evitar conmocionarse.

— Estabas muy ocupado con la chica, ¿Eh?

— No es tan mala como la profecía le hace ver, pero está rota, muy rota, y eso es lo que más me asusta — musitó más para si mismo —. Me agrada, creo que yo igual a ella, y eso es justo lo que tenía que evitar. Solo iba a ayudarle para llegar hasta aquí y le coronen con la diadema de Hefesto, y solo ahora me doy cuenta que el tiempo pasó demasiado rápido, mientras yo no podía querer más que verle sonreír al menos una última vez, porque es bastante terca y seria, ¿Sabes?

— ¿Te gusta?

Draven agrandó los ojos y se incorporó en la cama. Las palabras de Jack le tomaron por sorpresa, pues aún creía que era muy abrupto gustar de alguien así, y él no tenía lugar para eso en su vida, su misión solo era combatir y entrenar a uno de lo chicos de la profecía, nada más, no hacerlos sus amigos, pareja u otras cosas.

— No — dijo sin más, pero aún un poco desorientado.

— Me dices lo que los demás tienen que escuchar, pero te conozco muy bien como para creerte — objetó Jack serenamente —. No eres el único que se ha equivocado con esas cosas, Draven, ¿Acaso no viste a Thompson? Él está peor que todos juntos, así como también su situación es considerablemente desventajosa. No soy quién para juzgarle, pero si los papeles fuesen distintos y la que estuviera encarcelada sea Ellery, no podría quedarme de brazos cruzados. El querer y amar es peligroso, no hay límites si no los estableces antes de caer. O simplemente no lo sigues luego.

El chico de ojos grises no pudo articular alguna otra cosa, pues las palabras tan sabias del que de niño soñaba con alguna vez comer una nube, eran sorprendentes y emocionantes, dignas para filosofar.

Pero se durmió recordando la ceremonia rauda que Hades le hizo a Até y las lágrimas que vio soltar a Perséfone unos minutos después en la soledad de un balcón, en lo que sentía y anhelaba desaparecer, en el pobre Éter encerrado como un ladrón mientras la chica recibía los buenos tratos y la hermosa corona.

***

No entendía la razón de los ventanales en un castillo macabro hacia un exterior muerto y pastoril, no sabía porqué le llamaban reina y le daban ese papel, ella solo quería ser una adolescente normal, pero de aquello nunca siquiera fue.

¿Qué pensarían Kevin, Nico y Zeus al verle? ¿Estarían preocupados por su desaparición repentina? Porque era muy obvio en que jamás volvería, y no quería ni deseaba hacerlo, y de alguna manera aún estaba presente la sensación de que otra cosa mala iba a pasar.

Nunca imaginó estar enredada entre tanto y además ser el núcleo con otro chico llamado Éter, ya que eran, por expresas razones, los iniciadores o acabadores de un período, pero si hay que iniciar algo, otra cosa debe terminar, así en viceversa, si es que se basaba en lo que hacía la humanidad desde la primera mujer.

Até | Mestizos IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora