Epílogo

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Decían que Hefesto se ocultó en el laberinto del Minotauro, en el taller de Dédalo o que seguía en las Fraguas con sus ayudantes Cíclopes, pero solo los seguidores de Hades sabían que se encontraba en el Inframundo, regocijándose en el trono que al fin pudo hacerse y sobrepasar la magnificencia del de Zeus y los demás.

Ahora se sentó junto al trono negro y de calaveras de Hades, que a su vez era el más próximo al de la líder Até y Atalanta, esperando al tercer miembro de su grupo.

Até se dio cuenta que, a pesar de no querer seguir dañando del todo, estaba obligada a hacerlo, pero Attie se veía encantada con poder saciar su sed de exterminar a los hombres más malos de Terra.

No había pasado mucho tiempo desde la masacre de Australis, quizá tres semanas, en las que apenas le dejaron estar con Draven, ya casi no podía verlo si no era en juntas que Hades pedía o por los rincones más oscuros del castillo.

Pero solo el día anterior cumplieron sus deseos. Se encontraron en una habitación desalojada y de buena luz, así no tendría sombras chismosas o la presencia de Érebo sobre ellos, pero tampoco fue para tanto, se basó en abrazos y palabras de consuelo por parte de los dos, recalcando que saldrían vivos.

Lo que comenzaba a surgir entre ellos, lo fichaban como algo natural, no ocultaban las indiscretas miradas en pleno Salón Real, ni se molestaban en hablar en voz baja cuando había gente, sabían que eran intocables, al menos Até, pero en el fondo ella haría lo que fuese con tal de darle ese testamento de protección a Draven, y hasta ahora, lo iba consiguiendo. Pasaron unos cortos minutos observándose, transmitiendo sus más profundos anhelos, con el chico acariciando la barbilla de Até y ella, extrañamente, sonriendo.

Hacer aquel acto con Draven ya no le daba un toque siniestro y sombrío, es más, alegraba enormemente al chico por saberse causa de tan luminosa sonrisa en los labios rosados en La Vasta Oscuridad. El encuentro más cercano que tuvieron fue el beso fugaz en la comisura de los labios que Até se atrevió a darle por despedida el mismo día, insegura de qué más hacer por demostrarle que si por alguien iba a caer, iba a ser él.

Draven, embobado hasta ese momento, se perdía entre recuerdos dulces, siempre viendo su rostro.

No eran lo más convencional, estaban en una etapa donde ni siquiera sabían con claridad qué eran, pero se apreciaban a su modo, y tal vez eso, impulsaba a Até a negarse a ciertas cosas que Hades le obligaba a hacer, como la vez que Hades le comentó a que podría entrenar con gente real y matarlas de paso, o cuando de manera gélida le ordenó al propio rey que dejara de verle tan obscenamente durante una cena, soslayando el escote de un vestido hermosos que luego de aquel incidente la chica no se atrevió a volverlo usar, lo dejó humillado frente a los mismos dioses, que al menos tenían decoro y una ética que seguir.

Se negó a ir a una cama con él, a ser atendida a todas horas y pidió que ya no le encerrasen como prisionera cuando era reina, y todo, se lo concedieron a pesar de susurros molestos con la mestiza. De vez en cuando, observaba a Perséfone, siempre estaba seria y más de una vez le descubrió creado flores que nacían muertas y dándole miraditas a Ares, quien se las devolvía con total galantería.

Afrodita no acompañó a Ares en su lado de la guerra.

Así que varios mestizos y todos los dioses que apoyaban al rey del Inframundo estaban en una sala sentados discutiendo asuntos sobre el futuro, sobre la tercera integrante del grupo.

Atalanta le contó bastantes cosas a Até, muchas sobre su pasado, teniendo una confianza sorprendente le habló sobre la casa del sol naciente y declaró que sabía bien que pertenecía allí, pero sin ser dubitativa comentó que, Até, también.

— ¡Señores, estamos aquí para nada más y nada menos que hacer saber la profecía completa! Después de tanto, merecen saberla!

No se esperaron ver a Kal de vestido verde musgo llegar a la sala con un papiro amarillo y leerlo en voz alta, mostrando una vos un poco más sana al igual que los dientes, pero sus ojos daban el mismo miedo que siempre infundía.

Todos vayan al pozo ya, a ver si ahora ayudarán, la negrura consumirá y así ella podrá escapar.

Gotas de sangre caen por sus mejillas.

La Vasta Oscuridad tomará sus corazones con el Coral Negro, mestiza hija del opuesto, con ella, las estrellas y el fuego se harán saber y así con La Elemental Luz del poder.

En penumbra pondrá a su pueblo, protegido por una primordial mientras las estrellas bailarán. Dos Reyes habrán, y uno loco se volverá. Luego de intentos, la estrella no se apagará y juntas reinarán.

Cuando la magia oscura tome gusto por la luz, no se detendrá. Y consumirá hasta el sol con tal de saciar su sed.

Derrocará al amo halcón, y tirará piedras detrás de ella, porque invencible se volverá.

Até observó a Atalanta y vio como el látigo que había hecho en la oscuridad y soledad de su habitación residía enrollado en su muñeca, pues a ella por extrañas razones no le hizo daño físicamente, pero sí podía ver cada mal recuerdo de su vida, y aún así, no lo soltó, solo dijo que sentir ello le haría más fuerte. Nunca más se desprendió de aquella arma, siendo más poderosa de lo que aparentó alguna vez.

Los presente no hacían ruido, conmocionado al ver que parte de lo dicho sí había pasado, asegurándose de que no volvería a fallar el plan de los mestizos, ésta vez era definitivo, todo resultaría.

Luke estaba cada vez más enjuto, más pálido y ojeroso, recordándose cada noche que los gritos de Éter no eran nada más que culpa suya, que no lo podría sacar y no debía. El pobre sentía propio el dolor del chico, que lo torturaron día y noche hasta que hace una semana al fin pudieron ver como quemaba con su luz a una de las empusas, matándola, y desde ahí, Luke no dejó de culparse por el incidente, si tan solo no lo hubiesen puesto de entrenador, si hubiese sido parte de una familia normal o hubiera mantenido las distancias...

De Kira nunca más supo, seguramente lloraba igual que él, pero la realidad era que se volvía loca encerrada en su casa por encontrar a su hijo, dispuesta recorrer todo océano, cielo e Inframundo para encontrar a su pequeña luz que le iluminaba cada día.

Zack se había vuelto más retraído, salía por las noches y llegaba con un olor insoportable a sustancias de las que era tabú siquiera mencionar, mientras Kevin hacía lo posible por ayudarle, y Nico, se esforzó más por ocultar cualquier rastro de la familia de Até, ya que sabía que si se había ido, iba a poder buscar con más libertad sobre su pasado. Nunca abrieron un aviso de desaparición, porque supieron que ella nunca volvería.

Y al final Atalanta, la extraña y nueva Atalanta de rizos chocolate y tez morena, con grandes rasgos característicos de su madre parte diosa, tenía razón en muchas cosas con su manera maquiavélica, siniestra y oscura de pensar; Todos pasaron por esa casa del sol naciente, la ruina de los chicos pobres e inocentes.

Como ellas dos lo eran, la última reencarnación de El Fuego de la Fuerza y La Vasta Oscuridad.

Até | Mestizos IWhere stories live. Discover now