Capítulo 13: Cuervos sin vida

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Até no había fracasado con su intento de invocación a los brazos de oscuridad, pues a pesar de haberse aferrado a un buen — incierto — recuerdo, en el cual salía claramente con Éter, el chico, pero ella no lo identificaba ni reconocía, por lo que no tenía ni la más remota idea en quién pudiese ser. En efecto, las sombras habían aparecido, tanto de su pecho como de las propias sombras, sin embargo y por buena consecuencia, no pasó más allá de observar a los tentáculos conocidos.

Maravillada por lo que veía, las sombras se le fueron un poco de control, llegando a su puerta y amenazando con salir, seguramente se irían directo a matar a su familia, pero Até no sabía que podía hacer eso, porque ella podría ser y controlar, pero aun así a veces parecía que los brazos de tinieblas tenían vida propia y sabían exactamente el deseo más siniestro y profundo de Até.

Al fin y al cabo pudo devolver los tentáculos a la oscuridad y todo había quedado en orden, menos ella, claro, porque hiperventiló por varios minutos sobre lo que podía hacer y sin duda le quería sacar buen provecho.

Até consideraba que había caído en la propia locura, y aún así le gustaba, porque se sentía envidiablemente poderosa.

Al día siguiente se encontraba detrás de las gradas y oculta entre la niebla, observando a Tessa y a Oliver con su grupo de amigos, que caminaban hasta unos asientos. Los desgraciados, mientras hacían cosa tan mundana, se toparon frente a un chico de primer año, de pelo castaño y opaco, con una polera grande de tonalidades azules, él estaba también caminando con una chica, y sin importar qué, el grupo de Oliver los empujó del camino, aprovechando de mofarse de los chicos, estuvieron al menos cinco minutos molestando, al punto que él chico tuvo que soltar una solitaria lagrima mientras la chica trataba de devolver los insultos de manera eficaz, pero se había apaciguado cuando los comentarios sobre su físico aparecieron.

Até sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a grabar en la parte necesaria, en la parte donde ellos se aburrían de hacer estupideces y volvían a encaminarse a los asientos, pero esos no eran los planes de la chica con ojos bicolores, la cual se aferró al mismo recuerdo de ayer en la noche, y al estar lo suficientemente concentrada guio a las sombras de forma escurridiza y lenta hacia los pies del grupo. En su mente sonaba la música clásica que tanto le gustaba. Era un acto psicópata, a ella le gustaba saber qué era lo que pasaría y no veía lo malo en sus actos porque en su mente era justicia.

Al siguiente segundo grabó a Tessa tropezar con la oscuridad y a su siguiente a otra chica del grupo y así sucesivamente, haciendo que a Até se le hiciera casi imposible contener una siniestra sonrisa.

Con otra sombra sacudió a los árboles del alrededor y las hojas secas cayeron estrepitosamente sobre el grupo, al tiempo que otro brazo abría la llave de una manguera y los mojaba. La niebla se hizo de repente más espesa, al punto que ni siquiera servía grabar bien porque nada se veía, pero eso no la iba a detener. Ordenó a las sombras que fueran en picada contra ellos, y descubrió que incluso podía controlar la forma de las tinieblas, ya que se transformaron en cuervos vacíos con un graznido muy agudo y chillón.

El grupo empezó a gritar despavorido al sentir como los cuervos los picaban, y se sentían extrañamente abrumados, como si en ese momento solo recordaran las cosas malas de su vida y el sentimiento de miedo o terror.

A pesar de ser meras sombras en forma de cuervos vacíos, rasguñaron e hicieron cortas pero profundas heridas en el cuerpo, haciendo que los chicos soltaran gritos y maldiciones, pero Até no podía ver mucho por la niebla que se había acentuado aún más, y la gran duda era que si alguien los veía. La respuesta era sencilla. Nadie lo hacía, se suponía que todos debían estar en sus salones estudiando y la niebla estaba en demasía en aquel lugar por lo que se podrían escuchar ruidos pero nadie, ni siquiera Até, podía ver bien.

Até | Mestizos IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora