Caso

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Muy de mañana el no tan querido oficial Waller se encuentra tomando su café enfrente de el ventanal que le da vista al jardín de su vecina, desde ahí logra escuchar una música a la que no le presta nada de atención, entonces está se cambia y se hace escuchar las tan escuchadas noticias, repetición de la noche:

"»Muy buenos días mañaneros, ya el otoño se empieza a sentir más a esta hora les recomiendo no dejar sus bufandas en casa y, vayamos con lo crucial que son los terribles casos de abuso a mujeres embarazadas ¡Ya vamos por unos quince casos! Cinco desapariciones de niños de alrededor de cuatro años en adelante -mayormente niñas- los Policías Nacionales nos han estado diciendo que les informemos a las mujeres embarazadas: ¡que no salgan de sus casas al caer la noche!, y si es tan necesario no anden solas; ahí también se le manda a decir a los padres que, estén más atentos con los hijos, no le quiten el ojo de encima y, algo importante, es que cualquier dato que noten del posible causante de estos estragos avisar al siguiente número telefónico: "(809)-***-**** " »."

Él deja de prestarle atención a la radio y se dirige a salir de la cocina, baja dos cortos escalones pasando a por la sala de la casa, camina más adelante: recorriendo un pasillo breve que conecta el recibidor con la entrada de la casa, se acerca más a la puerta, abre y de los barrotes de la siguiente puerta toma el periódico del día para volver a dentro después. Presta ahora su total atención al título de este "¡Nuestro hombre amante de las embarazadas la hace otra vez!" ahí comienza a recordar la noche en que ayudó a Sally, o más bien la salvó...

Al acabar de apreciar cómo la ambulancia que se lleva a Sally desaparece de su vista, se queda parado en la acera, fuera del callejón, observando el cielo que se encontraba hermoso de un morado intenso, pensando en lo sucedido. Ya luego se dirigió a su casa no se encontraba de mucho ánimo de seguir vagabundeando en el parque de a una esquina. Y resulta que su búsqueda mental de recuerdos de su hija, seguía dando frutos, no olvidaba ese día en que la perdió, aunque fue hace tanto, ese recorrido le ayudaba a entrenar su memoria. Parecía tonto, aún la deseaba recuperar, aún quería mantener esa chispa de esperanza de que podría aparecer muy a pesar de ya haber transcurrido un año de aquel entonces...

Trinc, trinc, trinc...

El timbre de su casa lo saca de su nube, su reacción es la de "quién podría ser a estas horas". Nada más da un paso para abrir de nuevo la puerta.

-Buenos días capitán, disculpe la repentina visita. ¿Podría prestarnos algo de su mañana?

Dos policías se encuentran fuera de su casa: uno de cara amistosa (el policía Ramírez, estuvo bajo su mando hace dos años en el entrenamiento para el oficio; muy lanzado, no lo ha olvidado) y el otro... de los serios.

-Claro. Denme un momento, por favor.

Entra de nuevo para tomar un llavero con unas tantas llaves de la repisa, aprovecha dejando el periódico ahí y vuelve para abrirles. Después se echa a un lado para que puedan pasar. Los dirige al recibidor al terminar de cerrar la puerta con una patada de espaldas, y con una mano les ofrece que tomen asiento en el interesante salón recibidor con dos sofás a los costados, de color azul zafiro oscuro y, también con un asiento de un seguro negro para ver el televisor que se encuentra en la pared del fondo de un tamaño enorme para la amplia pared blanquecina.

Ramírez toma asiento en el sofá de la derecha, el serio se sienta cerca en el otro sofá que queda al lado de Ramírez.

-¿Gustan Café? -sugiere cortés Waller.

-¡Claro! -Le responde Ramírez.

Algo dudoso el serio le responde-: No. Gracias, ya tomé antes de venir.

Waller hace caso omiso a lo que dijo el serio y entra a la cocina, ahí toma una taza que llena menos de a la mitad de café y se lleva la que dejo ahí casi al terminar. Coloca ambas tazas en la mesa de enfrente; que es cuadrada de madera color vino, no tan desgastada, pero duradera.

Un CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora