En ese tiempo

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En alguna parte...


-Hace años que el exdetective no ha probado de su medicina, amigos.

-Sí. Ya esta siendo hora de darle un poco de su merecido.

-Pero claro. Quién se cree para venir e intentar quitarnos nuestro trabajo y nuestra paga.

El primer hombre en hablar lo mira -Ajá hermano. Nosotros hacemos la parte sucia del trabajo y él se atreve a tomar nuestro dinero con las manos limpias, ese desgraciado.

Le responde-: Así es. Vamos a darle en la madre. Demosle para que nunca en su vida lo olvide.

-Sí. Necesita que alguien le enseñe que con el dinero de un hombre no se juega.

-Rompamosle unos huesos hermanos -se hace tronar los dedos con su mirada puesta en una pistola.

El hombre del grupo que nunca hablo se hace oír ahora:

-¿Y qué traman niños? Es el amigo del Jefe, no lo olviden.

-Mejor. Así se va dando cuenta de que no estamos conforme con su presencia aquí. Es policía por Dios. Y si cambia de opinión y le entran ganas de echarnos por delante.

-Aún así. Él he el Jefe.

Bufa- Solo vamos a darle unos buenos golpes, no vamos a matarlo. O por lo menos no aún... si no se hace necesario -sonríe maniático.

El hombre que veía el arma de fuego mueve sus manos de arriba de esté y contiene sus ganas.

-Escuchen: nadie debe saber de esto ni siquiera el Jefe. ¿Ok?

-Ok.

-Ok.

-Claro.

-Así es.

-Ok.

-Bueno.

En lo remoto del pasado...

El exdetective iba de la mano con una pequeña de mucha cabellera que en esa tarde llevaba libre sobre su espalda. Así como su abuela, la pequeña llevaba la cabellera hasta el comienzo de su falda.

-Papá, papá ¡Papá!

La pequeña Melody gritaba con mucho entuciasmo llevando el ritmo de la caminata por el parque y es que ella era una niña con caracter fuerte que le encantaba llevar el control del momento, aunque aún era pequeña, ya elegía lo que quería vestir o comer. A Waller eso le enorgullecía mucho porque ni la mamá ni él mismo le eran frente a esa pequeña de ojazos cautivadores.

-Si. Dime mi princesa.

La mirada de la pequeña se le ilumino volviendo a sonreír con ganas otra vez.

Ella se paro enfrente del detective y se engancho de la cintura del hombre mirándolo a los ojos con una sonrisa traviesa...

-Me empujas en los columpios, por favor.

El exdetective hace como que lo piensa. Y la niña lo miro con ilusión sin casi pestañear en la espera.

-Solo unos minutos porque mamá nos espera ya en la casa.

Vencido otra vez por la mirada de esa pequeña, Waller observó a la niña correr hasta los columpios con una enorme sonrisa en su rostro. Se le escapa una sonrisa similar a la de esa pequeña de ojos cerúleos que le llama a gritos...

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