Los Bulldoguer

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Ya estando cerca de la Plaza Fusil, dobla en una esquina en dirección del garaje de "Los Bulldoguer" (esa plaza es conocida por su tiempo antiguo en el que fusilaban a los políticos que robaban en el estado), ya en el garaje que se supone que se encargan de simplemente revisar y reparar daños en autos, según mecánicos normales; en realidad venden armas de fuego a escondidas de los policías que, obvio que lo saben, pero como el líder de esa pandilla es nada más y nada menos que "El Bull" (El Macho) su amigo Maiban *Meiban*.

Se detiene justo en la acera de su garaje que se encuetra media abierta, logra divisar que andan trabajando en el motor de un auto al acercarse lo restante a pie. Cabe admitirse a sus adentros que se halla ansioso, logra recordar muchas anécdotas en que venía acá en busca de aliento de parte de él, con toda su actitud sarcastica le levantaba los ánimos le recordaba que sí era un buen hombre. Le llegó incluso a decirle algo que le demostró ese hombre se mete en la cabeza de las personas. Le dijo: "Sí puedes empezar una nueva relación".

Es que llegó en ocasiones a deprimirse mucho, no como en esta ocasión que se aisló de todos y todo cuando se percató de que andaba dependiendo mucho de los demás así que decidió eso según por el bien de los demás, no quiere nadie cargue más con sus penas, se lo dijo de frente a su madre, sus palabras en respuesta fueron: «No importa lo que decidas hacer, yo soy tu madre, nunca conseguirás que me dejé de preocupar por ti. Tienes muchas personas a las que les importas, cada una de ellas respetan tu decisión pero yo te conozco mejor que ellos, sé que lo que te anda pasando es muy duro, pero no te hagas más daño mira que lo que necesitas es tenernos más cerca no lejos... te arrepentirás de esto hijo, lo sé lo sabes, cuando eso pase no te sorprendas cuando veas que aún estamos aquí para ti». Sí lloro.

Decide mandar a volar todos esos recuerdos que le vienen como un chubasco en el tiempo que se quedaba hasta tarde tomando cerveza con esos hombres, que le daban todo tipo de chistes para subirle los ánimos. Algo que él se tiene muy claro, es que no tiene tan malas amistades. Sí ellos andan metidos en malas cosas, eso no lo puede negar, cada que se le viene una oportunidad de sacar a uno que dos de esas cosas para que se creen una vida normal, no la desaprovecho.

-¡Hola chicos! -saluda entrando inclinado para pasar por debajo de el portón del garaje.

Silva- ¡Pero miren quién decidió salir de su madriguera! -lo abraza- Bienvenido hermano.

-Corresponde- ese, ese es Matt, el hermano siguiente de Maiban *Meiban de (si no mal recuerda) cinco hermanos.

-Gracias Matheus -busca con la mirada entre el grupo de solo hombres-. ¿No se encuentra Bull?

Mínimo, como ocho hombres hay y un niño, que seguramente es hijo de alguno de los que se encontran ahí adentro.

-Ah, y tampoco a cambiado. Siempre que vienes es a verlo a él ¿Cuándo nos piensas tener en cuenta a nosotros? -le responde René el sensiblero.

Posa su atención en él -Eso viene Roland, no seas impaciente ¿Sí?

-Sabía que no podrías vivir sin mí Fresa -se acerca Maiban con una chica junto a él que lo monta del brazo-. Aunque debo admitir que está vez me has sorprendido, casi llego a preocuparme ¿En dónde carajo andabas metido? -se detiene frente a él- Nadie sabía de ti desde... ¿hace un año?, ¿o dos tal vez?

-En efecto. Disculpen -se disculpa con los que se encontran viéndolos-, ¿podemos hablar en privado?

-¡Directo al grano! Como siempre -se da la vuelta-, ¿alguna vez vendrás a algo más que necesitar de mi ayuda? Creo que aún podemos dejar en pie la idea de hacerte mi hombre, digo, así me necesitarías para algo más que ser tu sirviente -bromea.

Un CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora