Represalia

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Él va saliendo de una esquina, ve la sala iluminada completamente como en un día fresco y hermoso. Camina por la estancia sintiendo el suelo alfombrado suavemente de bajo de la planta de sus pies -trinc, trinc-. Escucha el timbre de su puerta retumbar por las cuatro paredes. Waller se dirige hasta allá con una sonrisa en su rostro: seguro que es su hija que la traen de la escuela.

En cuanto abre la puerta de la casa... su mano se resbala suavemente del pomo de la puerta al no ver a nadie, un soplo de brisa golpea su rostro haciéndolo cerrar los ojos y abrirlos nuevamente, desaparece ese día sin dejar rastro al frente de su rostro haciéndolo sentir frío ahora en esa noche sombría. Sus ojos recorren toda la calle de enfrente de su casa, se encuentra repleta ahora, todos sus vecinos están ahí algunos se susurran cosas y algunas señoras se cubren la boca o la frente con una mano, con un semblante de pena: como si algo horrible hubiera sucedido en aquella noche fría.

-¿Qué sucede? -pregunta en un susurro.

Todas las miradas se encuentran puestas en el suelo a sus pies haciéndolo a él bajar su mirada ahí. Se queda frisado con lo que ve, siente que su mundo se detiene y él queda congelado como un bloque de hielo, su corazón le da un vuelco.

Un bulto con una manta rosa está en la alfombra de la entrada a su puerta a un paso. Traga saliva. Da un paso hasta ese bulto iluminado por la luz de la casa, que traspasa su puerta. Él vuelve a tragar saliva, ahora está arrodillado ante el bulto rosa. En cuanto se acerca puede ver la sangre manchando la alfombra. Waller cierra los ojos y respira profundo antes de acercar su mano temblorosa para remover un poco la manta rosa... es el rostro palido de su hija, es ella, es Melody... es-es su hija... tiene el cuencon de sus ojos vacíos, no se encuentran allí sus hermosos ojos ceruleos. Con el corazón acelerado arranca de un tirón la manta rosa y abre los ojos como platos cuando ve ese hueco vacío en el pecho de su hija, donde debería de estar su corazón está vacío, también tiene toda la parte superior de su cuerpo descubierto dejando ver muchos rasguños en los costados y brazos de ella.

-¡Nooooo! -grita con todas sus fuerzas. Respira con dificultad escuchando en sus tímpanos las palpitaciones de su corazón, siente como el sudor escuese sus sienes mientras respira estrepitosamente.

Su hija. Esa era su hija.

Se pasa las manos por el rostro con nerviosismo, le tiembla todo el cuerpo, no puede enfocarse en nada su cuerpo no le reacciona. Respira profundamente acostumbrandose a la oscuridad sepulcral y silencio del cuarto, se pone en pie aún temblando para ir al baño a ciegas, enciende la luz a tientas y se remoja la cara con mucha agua para reaccionar: se había puesto pálido. En cuanto se recompone regresa a la cama para tratar de volverse a dormir: tarea difícil. Toma su celular y lo enciende y ve la pantalla iluminada de está: 3:45am.

[...]

6:00am

No ha conseguido pegar ojo desde la pesadilla que tuvo anoche. No ha podido sacar de su cabeza la sangre de su hija escurriendose de su cuerpo de forma seca como si llevara ratos ahí tendido como hoja caída de un árbol. Respira sonoromente sin ganas de levantarse a preparar café como todas las mañanas. Se mueve de posición en la cama poniéndose de lado a la derecha dándole la espalda a la puerta de la habitación. Respira una vez más profundo y sin darse cuenta se queda dormido por fin.

Pero, mientras duerme profundamente hay alguien en un hospital que agoniza...

Juega con unas tantas llaves en su mano mientras estás hacen ruido al chocar en sus manos. Su auto deportivo negro se encontraba en la acera en su espera: su bebé. En cuanto está en frente de está apunto de montsarse se detiente de en previsto.

Un CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora