6. La fotógrafa sexy y el guitarrista alemán.

1.7K 124 47
                                    

—Sigo sin entender mucho tu obsesión por tomarle foto a todo.

—No es una obsesión —frunzo el ceño al escuchar las palabras de Mason.

— ¿Entonces qué es?

—No lo sé, pero no es una obsesión —una suave risa abandona sus labios— ¿Qué? —pregunto confundida.

—Se me acaba de ocurrir algo, pero no sé si decírtelo.

—No puedes decir eso y pretender que no pregunte lo que se te ha ocurrido.

—A ver, que quiero seguir vivo y si te lo digo eres capaz de lanzarme del auto en movimiento.

—Habla —pido con curiosidad.

—Es que, ehm... Eres sexy —vale, no me lo esperaba por lo tanto no lo puedo evitar, enrojezco de inmediato y él me da una mirada divertida mientras yo trato de aliviar el calor de mis mejillas—, y eres una fotógrafa ¿No?

—No exactamente, pero entiendo tu punto —contesto como puedo.

—Pues bueno, eres una fotógrafa sexy.

—Supongo que estoy contenta al saber que piensas que soy sexy —sonrío divertida.

—Eso deberías de saberlo.

—Lo sé, soy muy sexy ¿Quién carajos no lo pensaría? —claro, en este momento mi lado egocéntrico sale a la luz.

Entorna sus ojos mientras se vuelve a centrar en la carretera.

—Sigo sin creer que me has convencido para ir a tu casa ¿Qué se supone que haremos?

—Respecto a eso...

—Mason deja de hacer eso.

— ¿Hacer qué?

—Haz hecho algo que no me has dicho y ahora tengo que hacerlo porque no hay vuelta atrás ¿Verdad?

Su expresión vuelve a ser la de póker, aquella que ya me estoy acostumbrando a ver. Aquella expresión no demuestra nada así que no puedo saber si tengo razón, aunque sospecho que sí la tengo porque su reacción es algo que no debería de haber tenido de no haber sido cierto ¿Verdad?

El silencio no se extiende más ya que Mason abre la boca haciendo que cunda el pánico.

—Veremos a mi madre.

— ¡¿QUÈ?!

— No grites —masculla sin mirarme.

—No puedes hacer eso, no puedes decirme que veremos a tu madre cinco minutos antes de que pase.

—Ya lo hice.

—Eres un idiota ¿A caso no ves cómo voy vestida? —me da una mira rápida y alza una ceja.

— ¿Qué tiene de malo?

— ¡Todo! —chillo.

—Yo no le veo nada de malo.

—Eso es porque a ti no te importa.

Quizás tenga razón, no, mejor dicho, tiene razón. Mi ropa no tiene nada de malo, pero no es algo con lo que yo, personalmente, iría a visitar a mis suegros, así sean mis suegros falsos. Da igual, nunca me ha importado lo que piensen de mi pero tampoco es que me guste que hablen mal de mí o me miren mal, ni siquiera yo misma logro entenderme.

Trato de tranquilizarme para no arrancarle la cabeza a Mason, pero si me esfuerzo en mirarle el perfil con cara de pocos amigos lo que queda del camino.

—Hemos llegado —avisa al detenerse en una casa con una linda fachada.

—Creo que quiero vomitar.

El Contrato [1]Onde histórias criam vida. Descubra agora