41. Promesa falsa.

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Decidí verlo.

Decidí hablar con él para saber el porqué de todo, quizás no sea lo mejor para mí, pero creo que es la decisión más madura que pude tomar.

Un poco cohibida entro a casa de Jacob, la mujer que me recibe es la misma del desayuno del domingo, me recibe con una sonrisa amistosa, pero yo no puedo ni siquiera hablar, no sé qué decir, estoy demasiado nerviosa como para intentar hacer una conversación.

—Jacob está en su oficina.

—Eh... si —carraspeo—, gracias ¿Por dónde tengo que ir?

—Te acompaño —la sigo mientras pasamos por un largo pasillo con muchas puertas que hacen que todo luzca muy tétrico—. Es aquí.

—Gracias —Celia se retira y me deja frente a la puerta de la cual dice ser la oficina de Jacob, la empujo lentamente y lo primero que logro ver es al hombre sentado tras su escritorio, mirando con las manos entrelazadas.

—Buenas tardes Jacob.

—Hola hija.

No lo puedo evitar, hago una mueca al escucharlo llamarme así, pero no digo nada. Tomo asiento en el otro extremo del escritorio, de manera en la que puedo verle la cara esperando a que hable.

—Yo... yo no sé cómo comenzar —dice frunciendo el ceño mirando su escritorio.

—Solo dime las cosas Jacob, quiero saber el porqué de todo, el porque te fuiste, por qué si me pusiste tu apellido, el porqué de volver ahora, el porqué de querer que pase tiempo contigo cuando claramente no querías eso por años y todo lo demás porque realmente no entiendo nada.

—Todo es muy complicado.

—Pues para eso he venido, para que me digas las cosas por muy complicadas que sean —digo firme en mi decisión.

—Yo tenía 19 años Lyvie, yo tenía metas que cumplir, cosas por lograr...

—Mi madre tenía diez y seis cuando se enteró que estaba embarazada y me dio a luz a los diez y siete, dime ¿Sabes cuantos planes y metas tenía ella por lograr?

—¡Estuve para ella en su embarazo!

—¡Pero te largaste cuando la responsabilidad era superior!

Se pasa las manos por la cabeza.

—Yo no la amaba Lyvie, yo... yo tenía otra relación a escondidas de ella —lo dice de manera tan fresca que mi expresión se crispa porque ni siquiera luce avergonzado de decirlo—. Me enteré que Celia estaba embarazada antes de enterarme que tu madre lo estaba y no abandoné a tu madre, pero en el proceso me di cuenta que no era feliz con ella, y sé que fui una mierda...

—Eres —lo corrijo y me mira con la mandíbula tensa pero no dice nada.

—Pero me arrepiento de no haber pasado tantos años contigo, y sí, no las busqué, pero hace un año me encontré con tu madre nuevamente y surgió la necesidad de ver a mi hija, siempre te recordé Lyvie, pero nunca fui lo suficientemente valiente para buscarte.

—No claro que no, hasta que viste que no había más responsabilidades que cumplir y recién ahí quisiste volver a verme. Yo ya te lo dije Jacob y sigo teniendo la misma idea, no te quiero en mi vida, no te necesito en ella. Soy muy feliz sola con mi madre, en unos meses seré mayor de edad y al fin podré decidir por mí misma legalmente si es que te quiero ver o no, aunque por derecho en este momento también tengo la oportunidad de elegir si quiero asistir a las visitas que estás exigiendo sabiendo que no lo mereces, por lo tanto, mi respuesta seguirá siendo no —hablo mientras me levanto de la silla con las manos apretadas— ¿Quieres saber de mí? Habla con los abogados de mi madre que ellos te darán reportes de cómo estoy, pero deja de exigir cosas que no mereces, porque lo lamento, peor ni siquiera te considero un padre.

El Contrato [1]Where stories live. Discover now