9. Amigos.

1.5K 135 40
                                    

Estoy odiando ser mujer en este momento.

Es como me siento ahora mismo, me envuelvo nuevamente en las sabanas poniendo una almohada en mi rostro tratando de que la luz solar no caiga en mi rostro.

—¡Mamá! —grito.

En menos de diez segundos mi madre entra a mi habitación con una bandeja con el desayuno, sonrío al sentir el maravilloso olor.

—¿Hoy no iras al instituto?

—No, no me siento bien —niego mientras me siento en la cama y comienzo a devorar la comida.

Al parecer nota lo que me pasa porque asiente.

—Me tengo que ir hija, llámame cualquier cosa.

—Bien, no te preocupes.

Asiente saliendo de mi habitación antes de que pueda escuchar como la puerta de la entrada se abre y se cierra.

Cuando termino de comer me vuelvo a acostar intentando no lloriquear por el dolor que se instala en mi vientre.

Mi móvil comienza a sonar y tal como lo he hecho desde ayer, lo ignoro porque no tengo ganas de hablar y porque sé que, si alguien se atreve a querer compartir el mismo aire que yo en este momento, soy capaz de golpearlo.

Vuelvo a escuchar el mismo sonido de la llamada entrante, tomo el móvil entre mis manos y sin leer quien llama lo tiro hacia el pequeño sillón que hay en la esquina de mi habitación.

Solo quiero dormir y lamentarme mi existencia.

De lejos puedo volver a escuchar el sonido de la llamada entrante. Un suspiro lastimero deja mis labios, me levanto y camino a pasos lentos hacia la esquina de mi habitación para tomar mi móvil entre mis manos y ver el nombre que adorna mi pantalla.

Entorno los ojos y deslizo mi dedo por la pantalla contestando la llamada.

—Hola —murmuro tirándome en mi cama.

—Lyvie.

—Mason —mascullo.

—¿Estás bien?

—¿Por?

—No hablamos hace cuatro días.

—Ehhh...

—No hablamos desde que te fuiste, después del partido.

—Sí, respecto a eso...

—¿Por qué estás enojada?

—¡No estoy enojada!

—Lyvie...

—No me he sentido bien estos días y por eso...

—El viernes me ignoraste todo el día.

—Es que...

No hay excusa.

—Bien si, te ignore. No me sentía en condiciones para hablar y estaba segura que si mantenía una conversación contigo terminaría en pelea, preferí darme un tiempo para pensar en que carajos me pasa.

—Vale.

—¿Vale?

—Pues sí, no te sentías bien y te entiendo.

—Gracias.

No dice nada, solo escucho un largo suspiro a través de la linea antes de que él hable.

—¿Por qué no has venido al instituto hoy?

—Solo no me siento bien.

—¿No te sientes bien hace cuatro días?

El Contrato [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora