23. ¿Él está aquí? ¿Él me está buscando?

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—¿Qué pasará si él quiere verte? —pregunta Diane viéndome.

—Pues no aceptaré, no quiero verlo.

—Estás en tu derecho —dice mi amiga asintiendo mientras mete la cuchara con helado en su boca.

—¿En serio estás comiendo helado a las nueve de la mañana? —pregunto con una ceja enarcada.

—¿En serio estás comiendo pizza fría a las nueve de la mañana? —contraataca cuando me llevo mi rebanada de pizza a los labios.

Rio un poco cuando dice eso.

Nos pasamos la mañana conversando y cuando llega la tarde, después de almorzar lo que la madre de mi amiga nos preparó tengo que ir a casa de Mason para acompañarlo a las clases que les dictará a los niños.

—Nos vemos mañana Didi, muchas gracias —agradezco abrazándola.

—No hay de que Lyvie, te quiero y no estás sola, no lo olvides. No olvides hablar con Eva.

Asiento.

—Te quiero —salgo de su casa con mi bolso colgado en mi hombro mientras miro mi reloj.

Tengo tiempo para ir caminando.

Paso las calles soleadas mientras mi cabello se mueve con el viento, mis ojos perdidos en cada calle y mis piernas relajadas, mis pasos lentos y mis pensamientos dispersados son una perfecta muestra de cómo me siento ahora.

Cansada, decepcionada, tensa, pero una parte de mí, una muy pequeña se siente tranquila al pensar que mi madre y... y Mason lo hicieron por mi bien.

Un pequeño cachorro pasa por mi lado y comienza a ladrarme moviendo su cola, me detengo sonriendo y agachándome para acariciar al lindo cachorro blanco.

—Hola pequeñín.

Paso mi vista por todo el lugar buscando a un dueño ya que la mascota tiene un pequeño collar con un dije.

Cuando estoy por levantarme para buscar su dueño, un chico alto con el cabello rubio y despeinado corre hacia mí con un pequeño, igualmente rubio, a su lado.

—¡Joder! —sostiene sus rodillas mientras el pequeño se tira al piso tomando al perro entre sus brazos.

—Hola —agito mi mano cuando me mira con una pequeña sonrisa.

—Gracias —menciona el chico alto tomando la mano del niño.

—No hay de que, me sorprendí al ver a un perro con identificación solo —rio.

—Sí, solo que se nos soltó de la correa —alza la mano mostrándome una correa roja que hace juego con el dije.

—Entiendo...

—Soy Harry —extiende su mano y la acepto.

—Un gusto, yo soy Lyvie.

—Y yo soy Leo —se presenta el pequeño también extendiendo su mano, la acepto.

—Un gusto también. Bueno, yo me tengo que ir porque ya voy tarde —sonrío agitando la mano mientras me despido.

—Bien, adiós. Gracias nuevamente.

Asiento y a pasos rápidos camino para tomar un taxi y llegar puntual a casa de Mason.

Cuando le pago al hombre bajo a toda velocidad y cuando toco el timbre de la casa de mi novio falso su madre abre la puerta y me mira con una sonrisa.

—Hola Lyvie.

—Hola Jane, disculpa, venía a buscar a Mason ¿Está? —pregunto jugando con mis dedos.

El Contrato [1]Where stories live. Discover now