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Me dejan el roncola encima de la barra, le abono el dinero correspondiente y le doy un trago. Miro hacia la multitud, todos están o hablando o bailando o liándose con alguien. Pero de nuevo veo una cara que me resulta familiar, de nuevo el chico del aeropuerto. Parece que busca a alguien, y yo aparto la mirada. Enciendo el móvil y vaya petada de notificaciones.
Alguien toca mi hombro y me giro para ver quien es.

- Hombre, la chica torpe. Cómo tú por aquí?- dice Pablo sonriendo. Puta sonrisa, qué bonita es.

- Pues nada, he venido a divertirme aunque sea, no sé- encojo los hombros.

- Me siento aquí contigo y charlamos un rato. Mis amigos se están tirando a unas y yo estoy de sujetavelas- dice mientras retira la banqueta alta y se sienta.- Un gintonic porfa- le dice al camarero y gira su cabeza hacia mí. Su mirada y la mía se conectan, tiene unos ojos la mar de bonitos.

- Tome aquí tiene- dice el camarero irrumpiendo el contacto visual. Le paga y le da un trago a la copa.

- Bueno, cuéntame algo sobre ti. Ya es la tercera vez que nos reencontramos y aún ni hemos intercambiado nada de nosotros.

- Tengo 18 años, soy de Murcia y he venido a Barcelona por la universidad. Estudio medicina y me quedo aquí casi toda la carrera.- mientras le cuento un poco de mí él me mira con brillo en los ojos.- ahora cuéntame sobre ti anda.

- Tengo 18 años, como tú. Ya sabes mi nombre, pero me llaman Gavi por mi apellido. Vengo de Sevilla pero llevo aquí muchos años porque juego en la Masía...

- Perdona por interrumpir, pero qué es la Masía?- le digo curiosa.

- Es donde se forman los jugadores del Barça.

- Así que eres futbolista. Bueno sígueme contando.

- Pues eso, ahora juego con el primer equipo y tal. Y tú, tienes novio o algún rollete?- pregunta con curiosidad.

- No, dejé todo en Murcia. Y tú que?- parece ser que le ha gustado la respuesta que le he dado porque se le ha iluminado la cara al instante.

- Tampoco, bueno tuve un rollo hace un mes pero ya está. Oye me das tu insta?

- Sii toma- le enseñó mi perfil y él lo busca con su móvil. Me sigue y le devuelvo follow.

Conversamos un rato más y en ese rato me da tiempo a descubrir que aunque se vea muy directo, por dentro es un chico muy tímido. Aprecia mucho lo que quiere, sobre todo a su familia. También vuelvo a decir, pero tiene una sonrisa la mar de bonita. Y siempre está sonriendo.

- Bueno Olaya, quieres bailar conmigo?- dice rascándose la nuca, nervioso.

- De acuerdo- sonrío y me toma de las manos. Me da un corrientazo por todo el cuerpo y noto como a él le ha pasado lo mismo.
Me agarra de la cintura, me pega hacia él y paso mis brazos por su cuello. Bailamos despacio, han puesto una cancioncilla lenta. Conectamos miradas, y unas mariposas revolotean en mi estómago. Una sensación que nunca antes me había pasado con un chico. Movemos las caderas a la vez, me olvido totalmente de lo que pasa alrededor. Me pega más a él y baja sus manos un poco más abajo. Las calores se apoderan de mí, y apoyo su frente junto a la suya. Él acerca su cara más a la mía y me da un beso lento, reacciono rápido y se lo sigo. Pide permiso para introducir su lengua y acepto, bajo mis manos hacia su pecho bien figurado.
Nos quedamos ambos sin aire y nos tenemos que separar.

- Olaya, besas de locos lo juro- me vuelvo roja, como un tomate. Aparta un mechón de mi cara.

- Tú también Pablo- le dedico mi mejor sonrisa y él me la corresponde.

- Eres guapísima.- ahí consigue que me vuelva ya demasiado roja.- Hasta cuando te sonrojas.

- Tú haces que me ponga roja con cualquier cosa que me digas chavalín.

- Vente, acompáñame a beber agua porfa- hace un puchero, sale monísimo, y le acompaño.

Pide en la barra un vaso de agua, y se lo bebe ansioso. Este chico no está acostumbrado a beber alcohol para nada, yo con cinco cubatas acabo hecha una demente y acabo sin sed alguna.
Deja el vaso y nos sentamos en unos sofás, contamos anécdotas de pequeños. Increíble que esté contando mi vida a una persona que acabo de conocer hace media hora.

[...]

Son las 1:00 am y estoy muy cansada. Pablo está igual, que se duerme en el sofá. Yo hoy no he bebido demasiado, un cubata. Me he quedado con ganas de más pero me toca conducir.

- Olaya cuando te vas?- pregunta con ese acento andaluz mezclado con el catalán.

- Pues justo me voy ya, estoy reventada. Quien te lleva a ti Pablo?

- Mis amigos, pero siguen con las chicas. Me puedes llevar tú?- asiento con la cabeza. Se levanta y me estrecha la mano para levantarme.

- Esto que acabas de hacer me recuerda a ayer en el gimnasio y en el aeropuerto. Me estrechaste la mano para que me levantase.

- Tienes buena memoria chica torpe.- salimos afuera del local y el frío se apodera de mí porque llevo solo un vestido de tirantes. Empiezo a tiritar y Pablo se da cuenta.- Ten- se quita la chaqueta y me la tiende en los hombros, pasa la yema de sus dedos por mis hombros descubiertos y la corriente vuelve a aparecer.

Andamos abrazados, él tiene su brazo apoyado en mis hombros. Llegamos al coche y conduzco mientras pongo la música. Ninguno de los dos vamos borrachos ni nada.

- Pues ya hemos llegado, gracias por traerme Olaya- dice desabrochándose el cinturón.

- Pero si al lado vivo yo- digo y se queda sorprendido.

- Nueva vecina no?- asiento y acerca su cara hacia la mia, indicando que le dé un beso de despedida y me rindo hacia él. Le doy un pico, pero él al instante vuelve a unir nuestros labios. Se sale del coche con una sonrisa en la boca y aparco el coche al lado del garaje.

Un día tremendo.

Efímero || Pablo GaviWhere stories live. Discover now