extra: 3

3.7K 118 4
                                    

*Este extra está situado justo cuando empezaron a salir. Es un poco cortito pero espero que os guste. Agradezco de nuevo toodo el apoyo que le dais!

OLAYA

La música retumbaba en el coche, Pablo conducía mientras yo tiraba varias fotos al atardecer que amenazaba con asomarse.

- Entonces si paro de preguntar, ¿me dirás a dónde vamos?- pregunté muy insistente.

- No y cierra el pico ya, por favor.- suspiró el sevillano cansado.

De inmediato me callé, jodería la supuesta sorpresa si seguía así.

Pablo organizó un viaje de última hora, ya que le dieron unas mini vacaciones y quiso aprovecharlas conmigo. Él conducía mientras yo sacaba fotos con mi Instax. El atardecer amenazaba con desaparecer y arrastraba las horas que llevábamos en el coche.

Vi que Pablo se desviaba hacia una gasolinera y tuve la oportunidad de fotografiarle de perfil. Tiene un perfil precioso.

- Pararemos porque tengo que estirarme Olayita. Si quieres algo dímelo.- dijo antes de bajar y estirarse como un poseso.

Dejé la Polaroid en el asiento y le imité, intentando que me crujiese algún hueso como a él, aunque me llevé una cara burlona de su parte.

- Me apetece unas barritas, ¿quieres tú algo?

- Barritas no pero si puedes pillar agua...- pidió mientras sacaba dinero de la billetera. Le frené antes de que soltase cinco euros y saqué mi viejo monedero.

- Ya que pagas tú todo y no me dejas a mí, hazlo esta vez.- dije antes de ir hacia la tienda.

Agarré todo lo necesario, dos botellas grandes de agua y mis barritas de chocolate preferidas, y me dispuse a la caja. Aboné lo debido y salí, quedándome sorprendida mientras veía a Pablo. Sostenía mi Polaroid y apuntaba el objetivo hacia mí, echando varias fotos. Posé con caras tontas y me estremecí con su risa, la más bonita de todas.

- Por casi rompes el objetivo de lo guapa que eres.- sonrió mientras me mostraba la fotografía recién salida. La sacudí y los pocos rayos de sol que alumbraban salían junto a mí.

- Supongo que el fotógrafo me animó a salir así, no lo sé.

- Anda boba, vámonos.- sostuvo las botellas y me senté en mi asiento.

Pablo continuó con el largo viaje. Supuse que el destino sería algo situado en la otra punta del país. Yo elegía las canciones para que sonasen en el reproductor y Pablo aprovechaba para cantarlas.

Entre risas y canciones, llegamos a nuestro destino. Pablo abrió mi puerta y vi una casa. Parecía de un pueblecito, no de muchos habitantes. Las nítidas luces alumbraban la noche y las casitas que rodeaban a la que estábamos en frente.

- Dirás, ¿dónde me ha traído este tío? Es una sorpresa, bueno ya no porque ya hemos llegado jeje.- dijo nervioso.- El caso, ya que conozco a tu familia al completo, creo que es el turno de que conozcas a la mía.

El pánico inundó mi sistema. QUEEEEEE!!! El sudor se hacía de notar, y miles de preguntas retóricas pasaban por mi cabeza.

Él tenía razón, le presenté a mis padres y a Gonzalo ya lo conocía. Así que, ¿que podría salir mal?

Me sacudí las manos y, con la cabeza alta fingiendo seguridad (cuando por dentro estaba hecha un flan), le agarré la mano y dije:

- Allá vamos.

••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Los padres de Pablo prepararon una espléndida cena. Su hermana me recibió con una cálida sonrisa y sus padres igual. Todos iban arreglados excepto Pablo y yo, con los chándals del viaje.

La cena resultó de lo mejor. Nada salió mal, de vez en cuando alguna pregunta pícara por parte de su hermana pero, en general, bastante bien.

Cuando estuvimos solos, por fin, en su habitación, escaneé toda la estancia por completo: pequeños cuadros con fotos suyas adornaban la pared blanca, el armario estaba repleto de trofeos ganados, el escritorio conservaba algún que otro apunte suyo...

- Y bueno, ¿qué te apetece hacer?- dijo acercándose peligrosamente a mí. Pasó su nariz por mi mandíbula y depositó un beso en mi cuello.

Enseguida me di cuenta por donde tiraban los tiros y aclaré mi mente antes de cometer alguna locura.

- Dormir, que tus padres están abajo y no es plan que nos oigan hacer nuestras cosas.- dije dándole un toquecito en su nariz. Su rostro reflejaba decepción, llevábamos sin tener sexo desde hace 2 días y ya necesitaba su dosis.

Me puse mi pijama y esperé a que se tumbase conmigo. Abrazó mi torso con su brazo y me pegó a él, y apagué la luz.

- Buenas noches, Pablo.

Efímero || Pablo GaviWhere stories live. Discover now